Empezaré este post por el final o los finales. Al final, el protagonista muere. Todo ha sido un sueño. La clave estaba en la mezcla entre el aceite, el vinagre y la sal. Nada de lo que vio era real, todo era mentira; se lo había inventado mientras se evadía delante de un tueste en tv. La chica de la foto resultó ser un chico. Y sí. Al final, el protagonista muere.
Así que seguiré por el principio. Sin ganas de avanzar, negando el paso del tiempo y poniéndose de tequilas (José Cuervo) hasta las patas, Miguel quiso empezar a escribir su libro. Ese que nunca ha empezado, pero siempre ha estado publicado en sus conversaciones (consigo mismo y en las tertulias). Se sentó delante de la pantalla en blanco y comenzó a teclear… como si estuviera poseído no paró hasta pasados 48 minutos y 32 segundos.
Continuaré por el prólogo. Para dibujar su realidad, Miguel tuvo que charlar –y encararse- con todos los personajes a los que había puteado a lo largo de su vida. Esta novela está dedicada a todos los gañanes que siempre se salen con la suya. Son palabras de Miguel.
Retomando el final… Antes de que el protagonista muera, añado que éste grabó un vídeo: enfocó su cámara a una pantalla de tv que emitía una misa. Apretó REC y no lo paró hasta que se acabó la batería.
Vuelvo al principio: respiró nicotina con alivio, y Miguel siguió tecleando como un poseso. Pegaba frases. Trataba de insuflar esperanza a su protagonista. Le daba sentido y ánimo a su vida. Le concedió la oportunidad de liarse con una chica que encajaba a la perfección con él. Alicia. De pronto, una tormenta reventó los plomos y se apagó el pc. Al reiniciar sólo se había guardado la mitad de lo escrito.
Y termino por la mitad: Miguel estaba tirado en unas escaleras de algún edificio público. En la mano tenía su memoria USB y olía a berberechos. Como pudo se levantó.
Así que seguiré por el principio. Sin ganas de avanzar, negando el paso del tiempo y poniéndose de tequilas (José Cuervo) hasta las patas, Miguel quiso empezar a escribir su libro. Ese que nunca ha empezado, pero siempre ha estado publicado en sus conversaciones (consigo mismo y en las tertulias). Se sentó delante de la pantalla en blanco y comenzó a teclear… como si estuviera poseído no paró hasta pasados 48 minutos y 32 segundos.
Continuaré por el prólogo. Para dibujar su realidad, Miguel tuvo que charlar –y encararse- con todos los personajes a los que había puteado a lo largo de su vida. Esta novela está dedicada a todos los gañanes que siempre se salen con la suya. Son palabras de Miguel.
Retomando el final… Antes de que el protagonista muera, añado que éste grabó un vídeo: enfocó su cámara a una pantalla de tv que emitía una misa. Apretó REC y no lo paró hasta que se acabó la batería.
Vuelvo al principio: respiró nicotina con alivio, y Miguel siguió tecleando como un poseso. Pegaba frases. Trataba de insuflar esperanza a su protagonista. Le daba sentido y ánimo a su vida. Le concedió la oportunidad de liarse con una chica que encajaba a la perfección con él. Alicia. De pronto, una tormenta reventó los plomos y se apagó el pc. Al reiniciar sólo se había guardado la mitad de lo escrito.
Y termino por la mitad: Miguel estaba tirado en unas escaleras de algún edificio público. En la mano tenía su memoria USB y olía a berberechos. Como pudo se levantó.
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Comentarios
Volviendo a ti,"Miguel", estoy deseando pinchar el USB y seguir leyendo tu historia.
Que me encanta, claro... Pero es algo desproporcionado. De todos modos, gracias. Y te prometo que retomaré la historia. Por cierto, te recomiendo el artículo de Millás de Hoy: Avatares.
Besosssss
Más besos y abrazos para Helda.
Cuando un buen libro te engancha deseas seguir leyendo. Eso es la vida, cada año un capítulo. Ahora estoy en uno que se llama "Elevaciones y descubrimientos" Resumen: La abdicación de Caganidos I en su prudente primogénito Exónego trae al antiguo reino de Sapac nuevos aires y tranquilidad. Mientras, su hermano Nublogris se ocupa de explorar fronteras con gran habilidad. La hija de Exónego, la princesa Ronoel dibuja risas con agua ajena a su propia felicidad. Caganidos, que ya no pinta nada, se dedica a decorar el reino.
un fuerte abrazo.