Ir al contenido principal

EL HOMBRE QUE SUSURRA A LOS BERBERECHOS IV

Anteriormente: Cap. 1 / Cap.2 / Cap.3

Pardo Reverso y Marcial Razondeser mantienen desde los 70 una relación de amistad, pero no se ven desde el 82. Pardo vive de noche, Marcial de día... A lo Lady Halcón (Richard Donner, 1985). Así lo pactaron hace años. Se adoran y dependen el uno del otro. Aún no sé del todo lo que se cuece... Pero susurran a los berberechos y consiguen que mejoren su situación (la de los moluscos). Lo hacen desde la Expo de Sevilla (1992) de manera clandestina, porque en la vida oficial son comerciales de Torrezno Express CárnicaSA. Una extraña empresa que fabrica sombreros de papel y otros artículos papirofléxicos para muflones.

La casa de Rusia tenía un atractivo especial: una granja flotante de berberechos de Madagascar, típicos de Cuenca. No cantaban, pero hacían punto. En Julio del 92 cayeron en una profunda depresión, como los habitantes de Joaquinete Simpatía. Perdieron el punto y dejaron de tejer. En ese momento Pardo y Marcial estaban por la zona casualmente, uno de día, otro de noche... Marcial, despierto soñó que hablaba con un berberecho. Éste le pedía ayuda, que consistía en mediar entre los intereses del grupo. A pardo, que en ese momento dormía en el hotel junto a sus pepinillos, también le llegó el mensaje.

Marcial primero, Pardo después, fueron comunicándose con los berberechos. Después se conectaron por sms emocional para evaluar la situación. Mediaron y conocieron a Pumas, otro berberecho que almacenaba información y la procesaba, como Dulián. Además, sabía pedir ayuda a quien podía dársela. Esta virtud no era la causa directa del desencuentro entre la comunidad molusca. Pero sí indirecta, al igual que Dulián no confesaba su verdadero ser de berberecho racional, sin embargo su comportamiento influía en el devenir de los demás... porque cuando un berberecho piensa, Europa se acatarra.

Marcial, Pardo y Pumas nadaron separados para juntarse en un sentido. La granja de berberechos volvió a tejer y Marcial y Pardo encontraron su vocación soterrada...


Mañana: El desenlace

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
las terapias, aunque sean susurradas, pasan factura. El pobre Dul(d)ián se ha dejado parte de su nombre por el camino. Eso sí, ha aparecido otro berberecho ¿racional? que le acompañará en su camino. Y yo me alegro.

isa
Anónimo ha dicho que…
Qué bien observado Isabel!!! También yo me alegro de que les acompañe en el camino Pumas, el que sabe pedir ayuda a quien puede dársela. Menudo entramado se está construyendo!!
Espero que la "d" de Duldián vuelva a su lugar si es que es importante y sobre todo que Pardo Reverso siga siendo Pardo, que es algo tan intermedio, tan relativo, tan abierto y mutable que tranquiliza ¿no?
Hasta pronto
Eva
Dani Seseña ha dicho que…
Cuando un berberecho se constipa Europa se acatarra y Dulián pierde la "D" de Duldián... así que así se queda: en tu comentario, Isabel. Ahora me da lástima devolvérsela. Gracias Isabel!

A Pardo le espera un largo y duro camino... de reveses, cuevas y túneles por recorrer. Pero Joaquinete Simpatía siempre estará ahí para echarle un cable. Gracias, Eva!
Anónimo ha dicho que…
jaja, qué pensabais, que no prestaba atención, eh?. Y eso que con lo que está durando esta historia empieza a necesitarse un árbol "genialógico" o genealógico, lo que sea.
Anónimo ha dicho que…
Pardo=Marcial
Duldián=Dulián

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Las palabras se las lleva Twitter

Apenas estaba digiriendo una información -con alta carga de valor- cuando un tuit la bajó de golpe muro abajo. Intenté seguirla, pero no paraba de caer al foso; y durante el imparable descenso iba olvidando el cuerpo de la noticia que me había llamado la atención. Finalmente renuncié y volví a lo más alto del muro de nuevo, con la esperanza de leer algo interesante, entonces un hilo que sostenía al texto en extinción entró en escena. Intenté seguirlo pero poco duró su vigencia. Una vez más la gravedad de las redes sociales impuso su fuerza.  El volumen de la ansiedad de la masa social por publicar, por ser viral, por conseguir apoyo de followers, ¡por ser!, por estar, por pintar, pesa y ocupa tanto que la palabra apenas puede sostenerse. De hecho acabo de perder el hilo que me trajo hasta este texto. ¿Habré incorporado la misma gravedad y procesado de ideas? Es posible, porque ya se me está haciendo largo y empiezo a sentir ansiedad por publicarlo y que funcione por sí solo. Pesa

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...