
El sábado pasado no le pedí permiso para inmortalizarle. Me cobré la licencia porque un día escupió al aire y la criatura esputada me cayó en el pié. No sé si he hecho bien, pero si Hurtado se mea en público sin pudor, no creo que le importe que le saque en este escaparate, sin que se le vea. De hecho podría ser un saco vacío y un personaje de ficción. Bueno… en cierto modo lo es, pero no del todo.
Llevo dos días sin verle, estará escupiendo para otra parte, yo sin embargo sólo puedo mirar para el mismo lado. Y él no está. Afortunadamente ha aparecido Rubén el mago con un Bitter Kas bajo la manga. ¿Quieres un poco? Me invita a cordial. Yo encantado, respondo, aunque prefiero la Mirinda de toda la vida, añado. Bebemos y cantamos. Tiene un truco preparado para mí: “el de la brasa”, que consiste en hacerse una foto frente al espejo y revelarse a sí mismo.
Ojo: no lo probéis en casa sin prescripción cínica. Es peligroso...
Salud!
Comentarios
isabel
P.D: a ver si encuentro un médico de urgencia que me prescriba cinismo y me voy corriendo a hacer el truco aprendido
Yo tenía un amigo que me decía que él era autoanarquista. No que condujera como le salía de la oreja, sino que él las bombas se las ponía a sí mismo.
Estoy en ello.