Ir al contenido principal

PRUDENTE, TEMERARIO, Y LA FORENSE

Cuando caí en la cuenta me di un buen golpe y ya era tarde... Prudente Fortuna Oz se había ahogado en un vaso de agua. Le encontré tendido junto a su ropa, en la cuerda floja. Visiblemente empapado en el agua del vaso (un barreño azul, en este caso), mirando al cielo, con los dedos pulgares deprimidos y los corazones erguidos hacia el suelo... Y sobre éste, una nota escrita a mano y una foto instantánea retrataba ese mismo momento. ¿Quién la había 'tirado'?

En la nota, Prudente escribió: "Me voy, me ahogo, me, mí, me, conmigo... :)". Tal cual. Martínez y yo estamos investigando su significado. Él, desde el punto de vista funerario y yo con los pies en la tierra de las pulsiones. Hemos encontrado una forma de comunicarnos más allá de los sms emocioinales; esto es: a través de una nueva versión de Twitter*.

Ahora estoy atando cabos con nudos marineros, pero nunca se me han dado bien; se puede comprobar mirando los cordones de mis zapatos. Prudente era un temerario y días antes de suicidarse retó al YO de su vecina Maricharca García Profunda. Se la tenía jurada y aunque no estaba preparado para enfrentarse con ella en el WOW (un juego virtual de estética medieval), se tiró a la piscina y después a Maricharca. Esa fue su perdición. Afloró el amor que se escondía tras tantos años de odio. A Maricharca le pasaba lo mismo, compartían sentimientos. El orgasmo fue tan brutal que salieron despedidos... y Prudente no podía quedarse en paro, la hipoteca, como a tantos lo tenía agarrado por las canillas.

Ella, sin embargo, consiguió un empleo 'a dos metros bajo tierra', en Funerarias Memeces Rosario. Contratada como maquilladora forense (su especialidad). Durante una época no les fue mal, pero Maricharca terminó por prestar más de sí misma a los muertos que a los vivos. La respuesta de Prudente ya la conocéis. Ahora, Martínez trata de consolarle en la Cafetería. Prudente le ha confesado que la foto se la hizo él mismo, pero que no sabe cómo. Maricharca maquilla sus penas y también las de él.

----
*Es un invento de Fardo Vacío Ocurrente, el charcutero. Con unos cables, mal conectados, ha conseguido que cuando guiño un ojo (el que sea...) mientras hago zapping me conecto con Martínez. Él antes recibe una señal para conestar; entonces tiene que pensar en la muerte tal y como la conocía antes de ser asesinado por el Turco, y ya está.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me habían que,de el amor al odio hay un paso,pero nunca pensé,que al revés hubiera un orgasmo.
Un saludo
PD..Bueno es saberlo..
Anónimo ha dicho que…
Dicho,dicho,dicho..
se me olvidaba...
Anónimo ha dicho que…
Mejor olvidar dicho que ser un desdichado. Y Capi Garfio parece una persona prudentemente dichosa o al menos investiga el cómo serlo.

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...

En tela de juicio bajo tierra

Me echan monedas... ¡hasta billetes de 10 y 50€! Voy arreglado, sólo estoy algo mareado y sentado en el suelo del metro por no poder sostenerme en pie. Soy abogado , pero no puedo pararles y decirles que no necesito su dinero. No me sale la voz. Estoy preso  en este pasillo... Bloqueado, encerrado y cubierto por aquella tela de juicio que usaba mi padre para tejer el amor hacia mi madre, la gran fiscal en estado permanente (somos 15 hermanos). La superficie de mi maletín tumbado se ha deprimido por la gravedad del dinero... Y no para de hundirse. Yo, mientras tanto, sigo sin saber qué razón inmaterial me impide levantar la cabeza y erguirme como Dios siempre me indicó. Empiezo a detestar el sonido del dinero, la caridad... No puedo defenderme de este ataque absurdo. No sé si me miran mientras tiran su circulante. ¡Nos sabéis lo que llevo en el maletín, desgraciados, no lo sabéis! ¡Con estos papeles sabríais lo fácil que me resultaría hundir vuestros culos en la miseria. Por fin co