Ir al contenido principal

LAS IDEAS SINCRONIZADAS DE ZANCUDO II

Viene del post anterior.

A la mañana siguiente se levanta y tiene todo bien servido, archivado y organizado.
Aún no lo ha patentado, pero está en ello. Antes quiere pulir algunos "errores fatales". Hace una semana sufrió un percance que aún sigue analizando. En mitad de un sueño se le coló una pesadilla que en teoría debía haber sido discriminada por el sistema... pero no fue así. Descubrió en el mismo momento que su invento descodifica los sueños accidentalmente; se vio a sí mismo en fotmato Quicktime matando a Rómulo Móstoles (su boli Bic de peluche y yo artístico-infantil).

Acaba de llamarme. Me cuenta que está todo arreglado y además ha logrado "acabar con los sueños". Asegura que indirectamente ha dado con un software emocional que dona (y traspasa inmediatamente) sueños y pesadillas a la Asociación de Derechos Sonámbulos. De momento ha obtenido cuatro carpetas de unos 100 gigas de ocurrencias y 1 giga de genialidades. Lo irá equilibrando... Al parecer al peso se venden bien. Y ya tiene comprador - mecenas llamando a su puerta. Esto no me lo ha dicho, lo he soñado. Se llama Genaro Encriptado Docente.
¿FIN?

Comentarios

Juana ha dicho que…
Me muevo por los sueños como "Juan por su casa", los sueños son mi mundo real, voy de acá para allá como un virus que se moviese sin control, indetectable, indefinible, eso sí, no causo ningún daño, soy solo presencia, si quieres cuando sueñes, me puedes llamar .... prometo aparecer y marcharme ¿sin dejar rastro? No estoy segura jajajaja

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Las palabras se las lleva Twitter

Apenas estaba digiriendo una información -con alta carga de valor- cuando un tuit la bajó de golpe muro abajo. Intenté seguirla, pero no paraba de caer al foso; y durante el imparable descenso iba olvidando el cuerpo de la noticia que me había llamado la atención. Finalmente renuncié y volví a lo más alto del muro de nuevo, con la esperanza de leer algo interesante, entonces un hilo que sostenía al texto en extinción entró en escena. Intenté seguirlo pero poco duró su vigencia. Una vez más la gravedad de las redes sociales impuso su fuerza.  El volumen de la ansiedad de la masa social por publicar, por ser viral, por conseguir apoyo de followers, ¡por ser!, por estar, por pintar, pesa y ocupa tanto que la palabra apenas puede sostenerse. De hecho acabo de perder el hilo que me trajo hasta este texto. ¿Habré incorporado la misma gravedad y procesado de ideas? Es posible, porque ya se me está haciendo largo y empiezo a sentir ansiedad por publicarlo y que funcione por sí solo. Pesa

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...