Estaba escribiendo un post, en mitad de mi trayecto hacia la tele, sobre la entrevista - rodaje que le hice a JJ. Moltó, o mejor dicho, a Kurioso. Pero un 'diálogo', cuanto menos, curioso me distrajo por completo. Así que... El siguiente intercambio de frases tuvo lugar hace un rato en el Metro de Madrid, en algún punto entra las estaciones de San Bernardo y Metafórico Sebastopol :
-Me encanta cuando te pones escatólogico.
-Y a mí tú tan cerda.
Iba yo pegado a la joven pareja (parecían, por cierto, un anuncio de Chándal marca Puma); no pude evitar oír y escuchar. Lo que vino después, la verdad, quedó sepultado por todo el arsenal de imágenes e interpretaciones que me vino a la cabeza. Seguían hablando entre morreos y lenguetazos indiscriminados, seguramente, con mezcla de sabores a alientos mañaneros, cichles circunstanciales y restos de tabaco. Pero yo ya había desconectado... Y empecé a conectar elucubraciones.
Sin embargo, antes de llegar a ninguna conclusión y bien entrados en la estación López y Urea, vino el desenlace: Un chico con la misma estética que ellos, pero con dotes de realizador estirado, surgió del fondo del vagón con una Sony HDV y una gorra con la visera hacia atrás; trás de él, le seguía un chico aún más joven que parecía el ayudante o eterno aprendiz de nada. El primero gritaba: No, no, no... tenéis que sobaros más, lo dice el contrato. Pararon el rodaje y empezaron a mirarse mal entre todos; menos el aprendiz, que no sabía dónde mirar. Me bajé y me puse a escribir. No quise saber más y preferí dejar el asunto aquí, en este post... En una discreta distancia 'emofocal' con la realidad con la realidad.
Salud!
-Me encanta cuando te pones escatólogico.
-Y a mí tú tan cerda.
Iba yo pegado a la joven pareja (parecían, por cierto, un anuncio de Chándal marca Puma); no pude evitar oír y escuchar. Lo que vino después, la verdad, quedó sepultado por todo el arsenal de imágenes e interpretaciones que me vino a la cabeza. Seguían hablando entre morreos y lenguetazos indiscriminados, seguramente, con mezcla de sabores a alientos mañaneros, cichles circunstanciales y restos de tabaco. Pero yo ya había desconectado... Y empecé a conectar elucubraciones.
Sin embargo, antes de llegar a ninguna conclusión y bien entrados en la estación López y Urea, vino el desenlace: Un chico con la misma estética que ellos, pero con dotes de realizador estirado, surgió del fondo del vagón con una Sony HDV y una gorra con la visera hacia atrás; trás de él, le seguía un chico aún más joven que parecía el ayudante o eterno aprendiz de nada. El primero gritaba: No, no, no... tenéis que sobaros más, lo dice el contrato. Pararon el rodaje y empezaron a mirarse mal entre todos; menos el aprendiz, que no sabía dónde mirar. Me bajé y me puse a escribir. No quise saber más y preferí dejar el asunto aquí, en este post... En una discreta distancia 'emofocal' con la realidad con la realidad.
Salud!
Comentarios
El metro, ese gran lugar en el que fijarse en películas ajenas para luego montarse una propia. Eso sí, siempre manteniendo la distancia adecuada, no vaya a ser.
Besitos amistosos nocturno y no a lenguatazos, sonrío.