No recordaba nada igual desde El hombre de Alcatraz. Todo empezó al colocar un pequeño jazmín en la ventana, comprado en Ikea o en Leroy Merlín, ya no lo recuerdo. Martina Roma estaba encantada con el bienestar que entraba desde el patio interior, antes gris, gracias a la planta. Lo que no esperaba es que unos días después plantara su residencia bajo las ramas un audaz gorrión. Quien sin saberlo iba a convertirla en la mujer de Alcatraz... Sin prisión.
Nunca le han gustado las aves. No es que las odie, sencillamente considera que tienen que estar en su medio y no en el medio. Pero todo cambió con el aterrizaje no forzoso del gorrión dentro de quicio. Porque fue ella quien se puso en medio de un camino desconocido, el que empezó a recorrer cada mañana desde la cocina al salón para ponerle unas miguillas de pan.
Él al principio desconfiaba, pero pronto entendió que esa sombra al otro lado de la doble ventana no era hostil, al contrario, de ahí salía ese nuevo alpiste que desayunaba cada mañana. Ella no se cuestionaba lo que estaba pasando. Se dejaba disfrutar sirviendo sus miguillas y observando la alegría posterior del nuevo vecino. Ambos estuvieron en medio una temporada; hasta que él voló... Entonces ella aterrizó y se sintió extraña. Dejó el jazmín en su lugar, no quiso cambiar nada por si acaso... Pero Gorrión no regresó al medio.
Hoy, me cuentan fuentes vecinales, que Martina lo ha cambiado todo, menos los cambios. Ha plantado jazmines por todo el barrio y pregunta a jardineros y ornitólogos por su silvestre amigo; pero nadie sabe nada. Así que le queda mucho por aterrizar; contretamente la distancia entre ella y ella. Tiene miga la cosa, y más aún entender ese medio en el que quedó.
Salud!
Comentarios
Supongo que encontrarse en medio te deja en una especie de limbo en el que quieres volar y no puedes pero en el que el suelo no te sostiene como antes. Hay que moverse para recuperar el medio firme. Y no perseguir aves de paso. isa
M.