Le estuvo apuntando con una chapata toda la mañana. Lo que duró el secuestro. En ningún momento se giró para comprobar quién se escondía detrás de tan letal arma. No tenía el mínimo interés de jugarse el pellejo. Torralbo le hacía preguntas personales y Pericles contestaba sin titubear. Era un tipo muy seguro de sí mismo. Pero a medida que las preguntas rebasaban la coraza de seguridad, las respuestas iban reptando inseguras por resquicios recién estrenados de temor.
No tenía miedo del arma. Quizá porque, inconscientemente sabía que aquel olor a pan de leña no podía proceder del acero de un Walter PK ni de un supuesto bocata del secuestrador. El caso es que Pericles contestaba con miedo creciente por las oscuridades internas en las que estaba entrando para hallar respuesta. Torralbo empezó con un simple ¿Por qué tu empresa tiene tanto éxito? pasando por un incómodo (pero llevadero) ¿Qué haces con los beneficios? hasta llegar al latigazo: ¿Cuándo robaste a tus padres por primera vez?
Desde ese interrogante, Pericles empezó a quebrar la voz, a carraspear y a disparar lapsus inverosímiles. "Actos fallidos" como: "la zorra de mi hermana", cuando se refería a la "porra" millonaria que había organizado su hermana Cerceda y que ganó él ganó gracias a los goles de Mesi; o "Pido Ladrón" por "Pido perdón"... Fueron muchos e iban creciendo paralelos a su quebrantamiento personal. Cuando ya no pudo más, y se partió en dos, tres y cinto partes, Pericles se giró, dispuesto a morir con tal de parar aquel interrogatorio.
Pero el pan no mata y menos si quien apunta con él es su médico de cabecera, el doctor Torralbo, que en un ataque seudofreudiano, decidió cambiar diván por silla de mimbre y verbalización de ideas por respuestas al paredón. A Pericles casi le da algo cuando le vio. Pero curiosamente, le dio un abrazo. Después, le arrebató la chapata y se pegó un tiro con ella. Por el agujero que atravesó su cabeza de sien a sien, sólo salían litros de culpa caducada. El olor era insoportable.
*La imagen pertenece a "La cocina de mi abuela"
No tenía miedo del arma. Quizá porque, inconscientemente sabía que aquel olor a pan de leña no podía proceder del acero de un Walter PK ni de un supuesto bocata del secuestrador. El caso es que Pericles contestaba con miedo creciente por las oscuridades internas en las que estaba entrando para hallar respuesta. Torralbo empezó con un simple ¿Por qué tu empresa tiene tanto éxito? pasando por un incómodo (pero llevadero) ¿Qué haces con los beneficios? hasta llegar al latigazo: ¿Cuándo robaste a tus padres por primera vez?
Desde ese interrogante, Pericles empezó a quebrar la voz, a carraspear y a disparar lapsus inverosímiles. "Actos fallidos" como: "la zorra de mi hermana", cuando se refería a la "porra" millonaria que había organizado su hermana Cerceda y que ganó él ganó gracias a los goles de Mesi; o "Pido Ladrón" por "Pido perdón"... Fueron muchos e iban creciendo paralelos a su quebrantamiento personal. Cuando ya no pudo más, y se partió en dos, tres y cinto partes, Pericles se giró, dispuesto a morir con tal de parar aquel interrogatorio.
Pero el pan no mata y menos si quien apunta con él es su médico de cabecera, el doctor Torralbo, que en un ataque seudofreudiano, decidió cambiar diván por silla de mimbre y verbalización de ideas por respuestas al paredón. A Pericles casi le da algo cuando le vio. Pero curiosamente, le dio un abrazo. Después, le arrebató la chapata y se pegó un tiro con ella. Por el agujero que atravesó su cabeza de sien a sien, sólo salían litros de culpa caducada. El olor era insoportable.
*La imagen pertenece a "La cocina de mi abuela"
Comentarios
Me alegro de que le disparse con el pan, porque cuando lo caduco sale a raudales, luego solo es limpiar y .... empezar de nuevo vacio y fresco ¡enhorabuena!
Me he quedado anclada a la imagen que suscitan las dos últimas frases.
M.
Felicidades.
Ahora, sólo pienso en la redención de ambos. Habrá segunda parte.
un saludo
no pensé que pasaría....me sorprendió...un saludo