Por A. Caléndula (anónima)
Llevo un tiempo que no me soporto. Estoy inaguantable. No hago más que jugar al fútbol con mi vida; vamos, que me paso todo el día tirando balones fuera. Me digo: Aquí, en esta portería, no entra ni uno. Los goles, a los demás. No encajo bien las derrotas. Y no te creas que me gusta esta actitud. La odio. Me hace estar tensa, irascible 24 horas. Y lo peor es que la tensión se me concentra en el tobillo derecho; y parte en la mejilla izquierda, donde recibí la última bofetada. El último gol en contra.
Quedo a tomar un café y en el segundo frío a Bernarda (mi mejor amiga) con mis historias. La suya más bien me importa poco. Ambas lo sabemos, pero aceptamos el juego. A ella le compensa por lo que sea y aguanta toda la mierda que le traslado. Después me vuelvo a casa y sigo pensando en lo gilipollas que son los demás, sabiendo que la principal soy yo; la principal gilipollas. Pero no puedo evitarlo. Soy como un móvil con compartimentos para dos tarjetas de dos operadoras distintas. Me gusto con Movistar y me arranco con exabruptos con Orange.
...Eso sí, la batería se agota igual para las dos versiones de mi misma. Ay, qué poco me aguanto. Ay, cuánto me quiero. Si no fuera por mí, no sé quién iba a quererme tanto. Los abrazos son una especie en extinción; y si no obedezco a mis propias patadas al estómago, jamás recibiré uno. Y son necesarios.
Llevo un tiempo que no me soporto. Estoy inaguantable. No hago más que jugar al fútbol con mi vida; vamos, que me paso todo el día tirando balones fuera. Me digo: Aquí, en esta portería, no entra ni uno. Los goles, a los demás. No encajo bien las derrotas. Y no te creas que me gusta esta actitud. La odio. Me hace estar tensa, irascible 24 horas. Y lo peor es que la tensión se me concentra en el tobillo derecho; y parte en la mejilla izquierda, donde recibí la última bofetada. El último gol en contra.
Quedo a tomar un café y en el segundo frío a Bernarda (mi mejor amiga) con mis historias. La suya más bien me importa poco. Ambas lo sabemos, pero aceptamos el juego. A ella le compensa por lo que sea y aguanta toda la mierda que le traslado. Después me vuelvo a casa y sigo pensando en lo gilipollas que son los demás, sabiendo que la principal soy yo; la principal gilipollas. Pero no puedo evitarlo. Soy como un móvil con compartimentos para dos tarjetas de dos operadoras distintas. Me gusto con Movistar y me arranco con exabruptos con Orange.
...Eso sí, la batería se agota igual para las dos versiones de mi misma. Ay, qué poco me aguanto. Ay, cuánto me quiero. Si no fuera por mí, no sé quién iba a quererme tanto. Los abrazos son una especie en extinción; y si no obedezco a mis propias patadas al estómago, jamás recibiré uno. Y son necesarios.
Comentarios
Salud!
M.
¡Abrazos para todos! .... los dolores musculares nunca me agradaron.
Hay pocas cosas que se me diesen tan bien como las integrales, definidas, indefinidas .... da igual, se puede sumar cualquier cosa con ellas, por muy abstracta que parezca.
Estoy hoy "habladora" jeje
Isa, aquí no hay ruido de fondo, créeme. En tu post ese ruido sonaba a melodía... Aquí hay miedo, soberbia y tontería; o sea miedo. Gracias por tu argumento!
Juana, se agradece que te extiendas. Será que necesitabas extender los 'músculos'. Un abrazo
M.
Muy bueno, Dani!