Tercero Graciano llegó a la peluquería sólo para sentir el placer de que le aclarasen el pelo. Había una chica nueva con unos pechos enormes que sobresalían lo justo del uniforme para saludar; todo su cuerpo olía a crema hidratante de coco, y su sonrisa -adornada de blanco nuclear y secundada por morenos y mullidos labios- sumergió a Tercero en un estado de plenitud que desconocía.
Sin mediar palabra le colocó en el lugar de aclarados y empezó a calar las melenas de Tercero. Él se limitó a cerrar los ojos y a contestar: la temperatura es ideal. Ella empezó a masajear la nuca y a enjabonar las fantasías sexuales que inevitablemente se paseaban por la cabeza de Tercero. Controló la obvia erección, pero no la emocional. Después llegó el aclarado.
Poco a poco, sin abrir los ojos, comenzó a caer el agua por sus sienes, y mientras desaparecían los restos de champú también lo hacían las dudas. Una a una se fueron ahogando a lo largo del desagüe. Así que aclarados cabellos, ideas y dudas, Tercero pasó a la fase del corte. Sin embargo ella dijo: Yo no me cortaría nada.
Él, la encargada de la peluquería y otra clienta se quedaron mirándo con asombro a aquella chica nueva con labios carnosos, pechos enormes y esencia hidratada a base de coco. Tercero, siguiendo sus instrucciones se acercó a ella y no se cortó. La beso y bailaron un tango. Al terminar, con aplauso de encargada y clienta incluido, decidieron salir juntos del local y volar hasta Mallorca. Será maravilloso.
Sin mediar palabra le colocó en el lugar de aclarados y empezó a calar las melenas de Tercero. Él se limitó a cerrar los ojos y a contestar: la temperatura es ideal. Ella empezó a masajear la nuca y a enjabonar las fantasías sexuales que inevitablemente se paseaban por la cabeza de Tercero. Controló la obvia erección, pero no la emocional. Después llegó el aclarado.
Poco a poco, sin abrir los ojos, comenzó a caer el agua por sus sienes, y mientras desaparecían los restos de champú también lo hacían las dudas. Una a una se fueron ahogando a lo largo del desagüe. Así que aclarados cabellos, ideas y dudas, Tercero pasó a la fase del corte. Sin embargo ella dijo: Yo no me cortaría nada.
Él, la encargada de la peluquería y otra clienta se quedaron mirándo con asombro a aquella chica nueva con labios carnosos, pechos enormes y esencia hidratada a base de coco. Tercero, siguiendo sus instrucciones se acercó a ella y no se cortó. La beso y bailaron un tango. Al terminar, con aplauso de encargada y clienta incluido, decidieron salir juntos del local y volar hasta Mallorca. Será maravilloso.
Comentarios
Que maravilloso dibujo de palabras. La mejor historia que he leido en mucho tiempo.
Un abrazo y unos pasos de baile si se terciara
No sé qué pensará al respecto mi peluquero y compatriota Hugo. Pero no me cortaré.
llámalo equis,
me parece bien.
Llámalo energía,
mejor todavía
Y la temperatura, ideal.
La próxima redición ilústrala con la foto de semejante momunmento al sol de Mallorca :-)