Se llama Concha Ruedo y ayer sorprendió a un tipo vestido con la roja (no oficial), echándose Adidas Sport Cologne en la sección de perfumes del súper y dándose a la fuga después.
Es compañera de Sara Pluscuamperfecta (la cajera que hace perfiles de los clientes en función de sus compras), aunque Concha trabaja a mitad de camino entre la sección de mariscos y los pasillos de perfumería. El súper es su segunda casa y se mueve por sus pasillos como adivino entre predicciones. Tras descubrir a este tipo vestido de la selección española perfumándose de gratis, me pilló por banda para narrar a sus anchas.
Me dice que se podría hacer una serie de televisión con el perfumador de gorra, pero también con la cantidad de perfiles (más tíos que tías) que vienen a perfumarse a su departamento. Lo del marisco es mundo aparte; apunta. Entran, disimulan, hacen que prueban uno de muestra, cogen otro perfume... y otro más; hasta que llegan al seleccionado y entonces se lo echan en los puntos del cuerpo elegidos. Cuello, sobaquillos y el reverso de las orejas. Después salen corriendo, por ejemplo, hacia los embutidos. Todos repiten el mismo patrón. Lo único que varía es... la dirección de escapada.
Los que prefieren agua de colonia más fuerte buscan refugio entre fiambres; el que se queda con la fragancia más suave, suele correr en dirección jardinería; también están ellas, que aunque son menos frecuentes, buscan lo más parecido a esencias... después, no corren, coquetean con el encargado, y a contiuación se marchan, normalmente, a por berberechos; y luego hay un grupo de extranjeros (suelen ser rumanos) que buscan el bote más parecido a Jean Paul Gaultier, estos ni disimulan, es más, agotan el frasco y la paciencia de los de seguridad.
Y así uno tras otro, Concha los va describiendo, etiquetando, los observa... Se siente parte de ellos, les odia y les envidia. Sara Pluscuamperfecta, que un día no le cobró los solomillos de Teruel y las gambas de Borneo, dibujó su perfil: Estás a caballo de ti misma. Aún no sabes en qué habitación de tu casa pasar más rato... porque al final, donde mejor vida haces es frente a la ventana, oliendo el perfume que viene de la calle, de fuera.
Es compañera de Sara Pluscuamperfecta (la cajera que hace perfiles de los clientes en función de sus compras), aunque Concha trabaja a mitad de camino entre la sección de mariscos y los pasillos de perfumería. El súper es su segunda casa y se mueve por sus pasillos como adivino entre predicciones. Tras descubrir a este tipo vestido de la selección española perfumándose de gratis, me pilló por banda para narrar a sus anchas.
Me dice que se podría hacer una serie de televisión con el perfumador de gorra, pero también con la cantidad de perfiles (más tíos que tías) que vienen a perfumarse a su departamento. Lo del marisco es mundo aparte; apunta. Entran, disimulan, hacen que prueban uno de muestra, cogen otro perfume... y otro más; hasta que llegan al seleccionado y entonces se lo echan en los puntos del cuerpo elegidos. Cuello, sobaquillos y el reverso de las orejas. Después salen corriendo, por ejemplo, hacia los embutidos. Todos repiten el mismo patrón. Lo único que varía es... la dirección de escapada.
Los que prefieren agua de colonia más fuerte buscan refugio entre fiambres; el que se queda con la fragancia más suave, suele correr en dirección jardinería; también están ellas, que aunque son menos frecuentes, buscan lo más parecido a esencias... después, no corren, coquetean con el encargado, y a contiuación se marchan, normalmente, a por berberechos; y luego hay un grupo de extranjeros (suelen ser rumanos) que buscan el bote más parecido a Jean Paul Gaultier, estos ni disimulan, es más, agotan el frasco y la paciencia de los de seguridad.
Y así uno tras otro, Concha los va describiendo, etiquetando, los observa... Se siente parte de ellos, les odia y les envidia. Sara Pluscuamperfecta, que un día no le cobró los solomillos de Teruel y las gambas de Borneo, dibujó su perfil: Estás a caballo de ti misma. Aún no sabes en qué habitación de tu casa pasar más rato... porque al final, donde mejor vida haces es frente a la ventana, oliendo el perfume que viene de la calle, de fuera.
Comentarios
Y de propina un pase por caja con radiografía a mi compra de mano de Sara P.
Concha me da que pasa demasiado tiempo ocupada en vidas ajenas. Me parece que Sara se lo ha dicho muy bien, pero no parace haberlo captado.