Ir al contenido principal

BUFONADAS: ¿AQUÍ CUÁNDO SE FOLLA?

Normalmente la ficción la dejo para mi blog personal, pero en este caso como la historia que voy a contar a continuación ocurrió entre las 13 y 13:30 (más o menos) de un día laborable, me veo obligado a informar. Venía de rodar un reportaje con Óscar Espiritusanto (fundador de Periodismociudadano.com) y Jonan Basterra (PíxelyDixel.com) en el Parque de Berlín sobre la llamada “Revolución Twitter”; pieza que podréis ver, si os apetece el próximo martes en Cámara Abierta 2.0.

Decido volver en Metro al pirulí, con las SX (formato de cintas de vídeo) en la mano, un poco de mala hostia y bastante calor encima. Una monja, que calza unas Nike casual, me abre la puerta principal. Lo juro, no había psicotrópicos por mis venas. Compro un billete sencillo y antes de entrar en el vagón irrumpe en escena un bufón (literal) de 1, 85 -más o menos- lleno de cascabeles y gruesos terciopelos, dando saltos. No va de mimo, no para de gritar: ¿Cuándo se folla aquí, cuándo se folla aquí, cuándo se folla aquí?

...¿Y aquí, cuándo se folla?, me pregunta a susurros una viejecita sin bastón. Miro arriba, abajo, al centro… no hay cámaras a la vista, ocultas quién sabe, pero no parece. Arranca el comboy, nos movemos y el bufón sigue con la melodía. La viejecita se sienta en medio de la confusión general. Todos nos miramos, pero ahí nadie folla ni incordia ni sopla. Un señor trajeado de medio cuerpo pa’rriba y en bermudas pa’bajo -complementado de pie con chanclas nacionales (negras con una pequeña Ikurriña en pie derecho y rojigualda en izquierdo)- decide intervenir: “¡¡Yo soy el que soy y me niego a no serlo sin ayuda del doctor…!!”. El bufón, a lo suyo. Insisto, mi flujo sanguíneo estaba libre de psicotrópicos.

La viejecita, se vuelve a acercar y me susurra una vez más… Los sonidos se superponen. Es de locos. Si Kutiman hubiera estado aquí, ya tenía nuevo vídeo… Llega el final del recorrido, se hace el silencio… totalmente espontáneo, pasa un segundo, una señora parecida a la Martirio emerge del fondo del vagón y grita: ¡¡¡Chihuahua!!!





PD.: Lo de la monja es completamente cierto

¡Salud!

Comentarios

Max ha dicho que…
Pues ya me habías asustado, me digo este hombre es que no se aburre ¡jajaja!
Que me vas a contar el párroco que me dio la comunión (ya ha llovido) calzaba un pedazo Mercedes que ole tú con el voto el de pobreza; los demás sacando brillo al SEAT Panda.
Anónimo ha dicho que…
JAJAJAJAJAJA, qué bueno, qué risa. Un bufón con ganas de follar, una ancianita que parece que también, una monja atlética, un señor con problemas con su yo...Falta un belga por soleares. Estaría en otro vagón.
Juana ha dicho que…
Pero ¿donde te metiste? ..... ¿en el metro? bueno a lo mejor pasaste a "otra dimensión" como en la película de "Las crónicas de Narnia", a un amigo mio le paso algo "muy rarito" en el metro, aunque es ...... una larga historia.
josakos ha dicho que…
Me pasó algo parecido en el tren de cercanias,siete tios y una chica,tenían montado un tinglao,que bien podría ser la envidia de cualquier grupo de teatro escolar,financiado por la iglesia catolica en epoca navideña en tiempos no muy lejanos.¿Os imaginais no?el buey,la mula,san josé,las ovejas,los pastores,los magos,las vírgenes,los que hacían de roca,los pajaritos,el robot,los hamster,la tortuga y las plantas que se tenían en clase,había papeles para todos,la ostia la que se montaba,bueno pues lo del tren en comparación era un espectaculo digno de jacko(no sabía que se le llamase así),en sus mejores tiempos.Un espectaculo grandioso(sobre todo si hace algún tiempo que no pisas un teatro),disfraces de epoca,textos metafisícos,sonido y luces,algo mágico en ocho minutos,tanto es así,que al final de la historia la gente no sabía,si darles monedas o billetes,lo que está claro es,que en tiempos de crisis general,el talento y la imaginación están en su entorno,desdeñando por completo lo mediocre.

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Las palabras se las lleva Twitter

Apenas estaba digiriendo una información -con alta carga de valor- cuando un tuit la bajó de golpe muro abajo. Intenté seguirla, pero no paraba de caer al foso; y durante el imparable descenso iba olvidando el cuerpo de la noticia que me había llamado la atención. Finalmente renuncié y volví a lo más alto del muro de nuevo, con la esperanza de leer algo interesante, entonces un hilo que sostenía al texto en extinción entró en escena. Intenté seguirlo pero poco duró su vigencia. Una vez más la gravedad de las redes sociales impuso su fuerza.  El volumen de la ansiedad de la masa social por publicar, por ser viral, por conseguir apoyo de followers, ¡por ser!, por estar, por pintar, pesa y ocupa tanto que la palabra apenas puede sostenerse. De hecho acabo de perder el hilo que me trajo hasta este texto. ¿Habré incorporado la misma gravedad y procesado de ideas? Es posible, porque ya se me está haciendo largo y empiezo a sentir ansiedad por publicarlo y que funcione por sí solo. Pesa

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...