Ir al contenido principal

COMO UN CÓDIGO DE BARRAS AÑEJO

Por Fabio Carabeo
Leía en La Información.com que el código de barras acaba de cumplir 35 años... No sé cuánto tardó en gestarse la idea hasta cuajar, pero visto lo visto me alarmé: ¡Soy un año mayor que el código de barras! Me imagino que no tiene mayor relevancia. Tanto o más que cuando te das cuenta de que sacas diez a los mejores jugadores de fútbol, tenis, baloncesto; tanto o más que cuando en la cola de la frutería te dan la vez "de usted"; tanto o más que cuando un quinceañero te llama señor antes de pedirte fuego.

No tengo mucho más que añadir, me saldría una intensa lista de tópicos que no me apetece reproducir. Tampoco deseo terminar pareciéndome a uno de esos anuncios generacionales tipo Minute Maid (totalmente dirigidos a los nacidos a principios de los 70)... Al final, después de leer sobre el cumpleaños del código de barras, me bajé a la calle, entré a comprar unas picotas y al pasar por la caja sonó una música. La dependienta, una veinteañera de Moldavia con acento de Jaén, me estaba enchufando con una pistola láser...

¡¡Es usted el cliente número 1.000 de Frutas Grajo y Garrincha, lo dice su código!!! Me regalaron un Fresquito y me fui tan ancho.

Comentarios

Juana ha dicho que…
Pues yo tengo casi 50, pero no hace mucho me pase la tarde jugando con el hijo de unos amigos (3 años el chiquillo) a la hora de dormir, no podía entender porque él se tenía que acostar y yo me quedaba con "los adultos" jajajajaja me hizo una ilusión
Anónimo ha dicho que…
¿Algún mensaje revelador en el Fresquito, Fabio?. Cuenta, cuenta.

Yo una vez le dejé a un señor (de más de 36) sentarse en el autobus y me dijo: ¿tan mayor parezco?, cuando empiezan a cederte el sitio mal asunto. Desde entonces voy siempre cómodamente sentada y miro para otro lado.
josakos ha dicho que…
Creo que o mucho me equivoco,o el paso del tiempo nos persigue y se manifiesta de tantas maneras como minutos tenemos en nuestra memoria,por suerte y aunque parezca lo contrario a nuestro favor.Y es que el miedo,más que el tiempo¿a quién piesa encadenar?despues de todo unas picotas frequitas es tiempo suficiente para concluir cualquier reflexión.
Anónimo ha dicho que…
Que delicia de minirelato el de Fabio Carabeo. Está lleno de significados.
El código de barras e inventos similares han redimido a la humanidad de tareas muy elementales que puede hacer una máquina.
Anónimo ha dicho que…
continúa...
Dejarse el asiento es tarea superior o ayudarse a recoger lo caido al suelo. Ayer, al pagar se me cayó una moneda. Inmediatamente un mocetón enorme se abalanzó para dármela. Le dije, no te molestes; me dijo, "no es nada mi rey" Estoy en Las Palmas. Demos a las máquinas lo que es de ellas y los humanos lo suyo.
Anónimo ha dicho que…
Bueno, reconozco que no siempre voy sentada, a veces me quita el asiento alguna ancianita veloz que corre más que yo.
Ayudarse a recoger cosas que se caen está muy bien, y mucho mejor si encima te dicen "mi rey". Así da gusto.
Netambulo ha dicho que…
Pues con 2 años más que el código de barras, el bajón que me pegó descubrir la triste realidad del anuncio de Minute Maid es indescriptible.

Al principio te emocionas porque sabes la respuesta sobre Vickie: "¡Lo sé, lo sé!"
Pero luego, llega el palo. ¡¡Eso no se hace!! ;-)

J.
Anónimo ha dicho que…
Los de nuestra quinta!!
Estamos en una segunda juventud !!
capitán garfio ha dicho que…
Me he puesto tan.....eufórico,que me olvidé de presentarme.....
Miguel Ángel Pegarz ha dicho que…
Yo cuando vi el anuncio de minute maid decidí que por mi esa marca se puede ir a pique ¿pretenden venderme llamándome carroza??!!!!!
Netambulo ha dicho que…
Absolutamente de acuerdo con CYBRGHOST. Desde cuando se le insulta así a los "posibles" clientes...

Primero te tocan el corazoncito y luego... Esto es publiciad "mamporrera"

J.

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Las palabras se las lleva Twitter

Apenas estaba digiriendo una información -con alta carga de valor- cuando un tuit la bajó de golpe muro abajo. Intenté seguirla, pero no paraba de caer al foso; y durante el imparable descenso iba olvidando el cuerpo de la noticia que me había llamado la atención. Finalmente renuncié y volví a lo más alto del muro de nuevo, con la esperanza de leer algo interesante, entonces un hilo que sostenía al texto en extinción entró en escena. Intenté seguirlo pero poco duró su vigencia. Una vez más la gravedad de las redes sociales impuso su fuerza.  El volumen de la ansiedad de la masa social por publicar, por ser viral, por conseguir apoyo de followers, ¡por ser!, por estar, por pintar, pesa y ocupa tanto que la palabra apenas puede sostenerse. De hecho acabo de perder el hilo que me trajo hasta este texto. ¿Habré incorporado la misma gravedad y procesado de ideas? Es posible, porque ya se me está haciendo largo y empiezo a sentir ansiedad por publicarlo y que funcione por sí solo. Pesa

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...