Esta mañana me he quedado mirando al suelo más rato de lo normal. Para que os hagáis una idea, el tiempo normal que emplea un ser humano en mirar al suelo es de 20 segundos por cada sesión; al día solemos usar unas 20 sesiones -aunque no lo creáis-, lo que equivale a unos 6 minutos diarios o 36 horas al año. ¿Es mucho, es poco? No lo sé, pero yo me pasé de los 20 segundos y concentré tres sesiones en una y las pupilas comenzaron a dilatarse.
Estaba de pie, inmóvil, con cara de nada mientras me preguntaba por todo. Unos seres muy pequeños, con distintos gestos, emergían del subsuelo hacia el exterior a través de las juntas entre adoquines. Se quedaban mirándome fijamente mientras me tendían la mano. Uno de ellos, el portavoz (Juan Soberbio Chedar), quería convencerme de la conveniencia de ir con ellos a la "3ª Fase", que se está "agustico", insistía.
Cuando desaparecieron los pequeños, en su lugar se plantaron ante mis narices cuatro payasos -también menudos- de felpa con los rasgos faciales de Esperanza Aguirre. Estos hablaban a la vez, se pisaban, a duras penas podía entenderles... Pero logré descifrar el mensaje: ¡Yo soy aquel, que se dobla pero siempre sigue en pie, yo soy aquel - Bis! Se esfumaron también. No vino nadie a relevarles. Pero noté una mano sobre mi hombro. Una enfermera apurada y jadeante estaba contenta de verme. Menos mal que te encuentro Fabio, menos mál. Por qué. Porque te has tomado la pastilla equivocada.
No sé qué tipo de sustancia me administró en lugar de mi Iromicina complex de siempre, pero obviamente llevaba algo de ácido lisérgico. Lo curioso es que Juan Soberbio Chedar me suena de algo, pero no termino de situarlo. En fin... La enfermera me agarró de la mano y me llevó a la 3ª fase, como se conoce popularmente la 3ª planta de la Clínica Nuestra Señora de Agustico. Una vez allí me dio un vaso con un líquido que me devolvió a los 20 segundos ortodoxos. Me gusta mirar al suelo.
Salud!
Estaba de pie, inmóvil, con cara de nada mientras me preguntaba por todo. Unos seres muy pequeños, con distintos gestos, emergían del subsuelo hacia el exterior a través de las juntas entre adoquines. Se quedaban mirándome fijamente mientras me tendían la mano. Uno de ellos, el portavoz (Juan Soberbio Chedar), quería convencerme de la conveniencia de ir con ellos a la "3ª Fase", que se está "agustico", insistía.
Cuando desaparecieron los pequeños, en su lugar se plantaron ante mis narices cuatro payasos -también menudos- de felpa con los rasgos faciales de Esperanza Aguirre. Estos hablaban a la vez, se pisaban, a duras penas podía entenderles... Pero logré descifrar el mensaje: ¡Yo soy aquel, que se dobla pero siempre sigue en pie, yo soy aquel - Bis! Se esfumaron también. No vino nadie a relevarles. Pero noté una mano sobre mi hombro. Una enfermera apurada y jadeante estaba contenta de verme. Menos mal que te encuentro Fabio, menos mál. Por qué. Porque te has tomado la pastilla equivocada.
No sé qué tipo de sustancia me administró en lugar de mi Iromicina complex de siempre, pero obviamente llevaba algo de ácido lisérgico. Lo curioso es que Juan Soberbio Chedar me suena de algo, pero no termino de situarlo. En fin... La enfermera me agarró de la mano y me llevó a la 3ª fase, como se conoce popularmente la 3ª planta de la Clínica Nuestra Señora de Agustico. Una vez allí me dio un vaso con un líquido que me devolvió a los 20 segundos ortodoxos. Me gusta mirar al suelo.
Salud!
Comentarios