Estaba tranquilamente con unos amigos cuando aparecieron los amigos de uno de los amigos. Hacía mucho que no nos veíamos, habíamos repasado lo acontecido en la vida y obra de cada uno de nosotros. Sin rivalidades ni competencias sencillamente. Lamentos, brotes de felicidad, anécdotas diversas, alguna subida de sueldo, de tono, algún despido con reenganche a otro empleo... El lapso vespertino dio para mucho.
Cuando aparecieron los amigos de uno de los amigos se pudrió todo durante un rato. Eran dos de esos que parecen haber inventado, entre otras cosas, el cine. Esos que hacen que toda opinión fuera de su registro sea tomada como no válida, o simplemente desechable. Fingen que escuchan, pero desconectan cuando hablas. Carecen por completo de sentido del humor y creen que cada opinión que dan vale su peso en oro.
Mi amigo Rubén Pienso, que tiene más cultura y coña encima que estos dos pelmazos juntos, decidió -con un arte magistral- seguirles el rollo hasta esperar el momento oportuno del corte. Él les preguntaba obviedades, como ¿quién dirigió Una historia del Bonx (Robert De Niro, 1993) o Lo que el viento se llevó (Víctor Fleming, 1939)? Ellos contestaban encantados a todo mientras iban creciéndose... al final, Rubén reaccionó tipo Will Hunting en esa impresionante escena del bar. Ahí va:
Cuando aparecieron los amigos de uno de los amigos se pudrió todo durante un rato. Eran dos de esos que parecen haber inventado, entre otras cosas, el cine. Esos que hacen que toda opinión fuera de su registro sea tomada como no válida, o simplemente desechable. Fingen que escuchan, pero desconectan cuando hablas. Carecen por completo de sentido del humor y creen que cada opinión que dan vale su peso en oro.
Mi amigo Rubén Pienso, que tiene más cultura y coña encima que estos dos pelmazos juntos, decidió -con un arte magistral- seguirles el rollo hasta esperar el momento oportuno del corte. Él les preguntaba obviedades, como ¿quién dirigió Una historia del Bonx (Robert De Niro, 1993) o Lo que el viento se llevó (Víctor Fleming, 1939)? Ellos contestaban encantados a todo mientras iban creciéndose... al final, Rubén reaccionó tipo Will Hunting en esa impresionante escena del bar. Ahí va:
Mengano y fulano se marcharon y volvimos a la catarsis entre colegas de toda la vida sin interferencias estúpidas.
Salud!
Salud!
Comentarios
Yo ya soy mayor y recuerdo que cuando la mili me sorprendía la actitud de algunos que los primeros días parecía que ya la habían hecho: cuando terminamos esos mismos eran los más panolis.
P.D: y las preguntas de cine no eran tan obvias, yo he fallado una, jeje.
¡Que tiene que haber de "to" en este mundo, menos mal que luego .... se marchan y uno dice ¡por fin!
Una escena memorable, en ambos casos.
J.