Se llama Perata del Valle Consecuencia y es una pequeña localidad situada (según el gusto del navegador) entre Reikiavik y Alcobendas; o entre Empanada de Buho y Timbu. Apenas llega a los 18 habitantes, pero por estas fechas -como se suele decir- se peta; vamos que vuelve a casa por Navidad hasta ese que aparece en las frases hechas... El tal tato.
Perata es un pueblo tranquilo del que todo consecuente (gentilicio) emigra sabiendo que siempre hay reacción. En Nochebuena se reúnen todas las familias en torno a una mesa de madera de castaño poroso que construyó el tataranieto del fundador del Valle: Fausto Causa Gato Preto. Había sangre portuguesa, poco supersticiosa (a pesar de ese gato negro del apellido), en la saga. Y gracias a esa acción, más el respeto y cariño por el pueblo de todos, la consecuencia perdura.
Todos -hasta el Tato- son más que felices, porque saben poner sobre la mesa (de forma tangible o cada uno para sus adentros) las consecuencias que tiene cada decisión que toman en sus vidas. Cada paso que dan, cada palabra que dicen, cada discusión que tienen, cada palabra que escriben, cada vez que van al baño... Y encima, también sobre la mesa, comparten un hecho: no por ser conscientes de las respuestas a sus actos, son menos espontáneos que los oriundos de Villaligera.
No es coña, es Perata del Valle Consecuencia. ¡Salud!
Perata es un pueblo tranquilo del que todo consecuente (gentilicio) emigra sabiendo que siempre hay reacción. En Nochebuena se reúnen todas las familias en torno a una mesa de madera de castaño poroso que construyó el tataranieto del fundador del Valle: Fausto Causa Gato Preto. Había sangre portuguesa, poco supersticiosa (a pesar de ese gato negro del apellido), en la saga. Y gracias a esa acción, más el respeto y cariño por el pueblo de todos, la consecuencia perdura.
Todos -hasta el Tato- son más que felices, porque saben poner sobre la mesa (de forma tangible o cada uno para sus adentros) las consecuencias que tiene cada decisión que toman en sus vidas. Cada paso que dan, cada palabra que dicen, cada discusión que tienen, cada palabra que escriben, cada vez que van al baño... Y encima, también sobre la mesa, comparten un hecho: no por ser conscientes de las respuestas a sus actos, son menos espontáneos que los oriundos de Villaligera.
No es coña, es Perata del Valle Consecuencia. ¡Salud!
Comentarios
Eso es otra manera de ser consecuentes.