Gutiérrez se siente ajena a sí misma. Lo sabe desde que despachó al tercer cliente del día de ayer. En esa barra de pan de leña iban: toda una vida y el haba del roscón por error. Cuando se dio cuenta ya era tarde, se había desprendido de parte su mochila. Trata de entender el despliegue, de sincronizar a los amigos de lo ajeno con los enemigos de lo propio. En esa franja se mueve.
El "tercer cliente" -si esto fuera una peli o una novela- sería un personaje secundario... incluso sin cara ni palabra. Pero al final comparte protagonismo con la propia Gutiérrez. Por qué. Primero porque es la clave del desprendimiento de Gutiérrez (que por cierto, se llama Sara Paradoja... Gutiérrez es su tercer y principal apellido), y segundo porque será el responsable de que Sara encuentre su plaza en esa franja.
Viajamos en el tiempo un par de semanas para llegar al desenlace y a un acuerdo entre dudas; propias y ajenas. Cuando Currele Formado Entretanto (el portador del haba) salió de la panadería sintió que algo suyo se quedaba en el interior. Ahora, mientras descongela el pan de leña se ve a sí mismo pidiendo un deseo mientras parte la barra. Encuentra el haba y se desconcierta. Vuelve a la panadería y le entrega en una caja metálica su deseo a Gutiérrez.
Cuando lo abre, del interior surge un verbo desconocido que inmediatamente la sienta aliviada entre ajenos de sí mismos. Currele, más orientado hacia los enemigos de lo propio, despierta de su confusión al ver su infinitivo deseado, actuando con eficacia.
Y todo termina con una 'definición': Pormarear: dícese de ese momento que todo comerciante o panadero experimenta cuando se desprende de los elementos pesados que arrastraba incomprensiblemente desde la adolescencia.
El "tercer cliente" -si esto fuera una peli o una novela- sería un personaje secundario... incluso sin cara ni palabra. Pero al final comparte protagonismo con la propia Gutiérrez. Por qué. Primero porque es la clave del desprendimiento de Gutiérrez (que por cierto, se llama Sara Paradoja... Gutiérrez es su tercer y principal apellido), y segundo porque será el responsable de que Sara encuentre su plaza en esa franja.
Viajamos en el tiempo un par de semanas para llegar al desenlace y a un acuerdo entre dudas; propias y ajenas. Cuando Currele Formado Entretanto (el portador del haba) salió de la panadería sintió que algo suyo se quedaba en el interior. Ahora, mientras descongela el pan de leña se ve a sí mismo pidiendo un deseo mientras parte la barra. Encuentra el haba y se desconcierta. Vuelve a la panadería y le entrega en una caja metálica su deseo a Gutiérrez.
Cuando lo abre, del interior surge un verbo desconocido que inmediatamente la sienta aliviada entre ajenos de sí mismos. Currele, más orientado hacia los enemigos de lo propio, despierta de su confusión al ver su infinitivo deseado, actuando con eficacia.
Y todo termina con una 'definición': Pormarear: dícese de ese momento que todo comerciante o panadero experimenta cuando se desprende de los elementos pesados que arrastraba incomprensiblemente desde la adolescencia.
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