Sin tener ni idea de cómo se fríe un... nuevo, Julio Altar Cavado se declaró obseso textual. Lo hizo, hace algo más de un año, en plena cena de Navidad. Sus dos familias, la congénita y la adquirida, se habían juntado para comer cebolla y pavo desalado al asado burgués. La amistad y las buenas intenciones por los años vividos y los pollos superados reinaba entre tierras familiares... Y aunque parece, por la evolución del texto, que esta breve historia termina mal, nada más lejos de la ficción. Pero sí es cierto que hubo una pausa de distracción espontánea tras el anuncio de Altar.
No siempre el mediano de una 'camada' de uno decide declarar su obsesión textual. Vamos, que es hijo único con sensación de mediano. Los 4 tíos y el suegro de Julio fueron, a priori, los más impactados con la noticia. Pero poco a poco se fueron acercando al lado textual de su pariente. Y así ocurrió con cada uno de los miembros.
A medida que intervenían individualmente en la mesa, iban citando frases de otros (poetas o vecinos). No las tenían apuntadas... sencillamente recitaban textualmente palabras ajenas que sin querer se les había grabado en sus adentros. En el postre, obsesos y textuales se anexionaron para siempre.
Ahora, a punto de celebrar una nueva velada navideña, han preparado un escenario de belleza poética inigualable (al menos este año). Todos atan cabos, extremos y cordones de texto... No quieren que se escape ningún detalle. Hay que dejar todo como estaba al final del principio. Y aunque de sobra son conscientes de que la espontaneidad es cosa de una primera vez, todos saben -por fin- cómo se fríe un nuevo. Al viejo, apenas le quedan días y 12 uvas.
Salud!No siempre el mediano de una 'camada' de uno decide declarar su obsesión textual. Vamos, que es hijo único con sensación de mediano. Los 4 tíos y el suegro de Julio fueron, a priori, los más impactados con la noticia. Pero poco a poco se fueron acercando al lado textual de su pariente. Y así ocurrió con cada uno de los miembros.
A medida que intervenían individualmente en la mesa, iban citando frases de otros (poetas o vecinos). No las tenían apuntadas... sencillamente recitaban textualmente palabras ajenas que sin querer se les había grabado en sus adentros. En el postre, obsesos y textuales se anexionaron para siempre.
Ahora, a punto de celebrar una nueva velada navideña, han preparado un escenario de belleza poética inigualable (al menos este año). Todos atan cabos, extremos y cordones de texto... No quieren que se escape ningún detalle. Hay que dejar todo como estaba al final del principio. Y aunque de sobra son conscientes de que la espontaneidad es cosa de una primera vez, todos saben -por fin- cómo se fríe un nuevo. Al viejo, apenas le quedan días y 12 uvas.
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*De nuevo, mi compañera de Miraras2 Mercedes Yoyoba me regala una expresión, "obsesa textual" (como ella misma se declara), que termina en la historia de Julio Altar Cavado. Y me comenta, no Julio sino Yoyoba, que ella a su vez se la tomó (también con uva moscatel) prestada a Francisco Umbral en los años de facultad.
Comentarios
Yo tengo textualidad compulsiva. Cito espontáneamente frases de películas o canciones. Si tuviera la mitad de capacidad retentiva con cosas útiles ya tendría una plaza de oposición.