Éste es el post número 666 de MISTERVÉRTIGO... pero como aquí nadie es sospechoso de nada ni supersticioso de poco, os paso la siguiente crónica ficción sobre Raúl Aldedillo. El susodicho tiene 32 años y ayer decidió que colgaba una parte de sí mismo en el perchero antes de salir a la calle en busca de Pepinillos Satrústegui Impar.
Por lo que sea, últimamente no le cae mal nadie, sino que es a él mismo a quien no aguanta. Sobre todo, cuando se pone chulo. Es como una tendencia que no termina de erradicar. Ayer aparcó la chulería, al menos, por un rato... Su problema es que a la mínima que huele a alzamiento de pecho ajeno, masculino o femenino, a un radio de pocos metros, saca el suyo sin poder evitarlo. Nadie puede quedar por encima de él, al menos en lo suyo; que es el pensamiento pepinillo par, una rama milenaria especializada en la reflexión y complexión del arte de odiar.
Soñó con par y dijo pasa, despertó en impar y se levantó con el pie derecho (sintiendo que lo hacía con el izquierdo). Un calambre en el pene y una bofetada autoinducida, le llevaron hasta ese estado que consiste en decir basta y admitir que "parte del problema lo arrastro yo". Hoy parte de él sigue en el perchero, y la otra la arrastra como puede. Pero al menos, ya sabe que el dolor de pecho proviene del alzamiento doméstico y no de villa ajeno.
Salud!
*La imagen: un perchero vía Compradicción
Por lo que sea, últimamente no le cae mal nadie, sino que es a él mismo a quien no aguanta. Sobre todo, cuando se pone chulo. Es como una tendencia que no termina de erradicar. Ayer aparcó la chulería, al menos, por un rato... Su problema es que a la mínima que huele a alzamiento de pecho ajeno, masculino o femenino, a un radio de pocos metros, saca el suyo sin poder evitarlo. Nadie puede quedar por encima de él, al menos en lo suyo; que es el pensamiento pepinillo par, una rama milenaria especializada en la reflexión y complexión del arte de odiar.
Soñó con par y dijo pasa, despertó en impar y se levantó con el pie derecho (sintiendo que lo hacía con el izquierdo). Un calambre en el pene y una bofetada autoinducida, le llevaron hasta ese estado que consiste en decir basta y admitir que "parte del problema lo arrastro yo". Hoy parte de él sigue en el perchero, y la otra la arrastra como puede. Pero al menos, ya sabe que el dolor de pecho proviene del alzamiento doméstico y no de villa ajeno.
Salud!
*La imagen: un perchero vía Compradicción
Comentarios
Aunque lo malo de esta nueva mirada mágica es que luego uno no siempre encuentra un perchero a mano donde dejar colgadas ciertas cosas.
(pero oye, sin rencores, jaja, que cada uno se fabrique su perchero particular cogiendo de acá y allá).