
Vittorio de Sica realizó una película que nunca llegó a los cines: Il lago dei cigni. Trataba de un padre que abandona a su hijo en mitad de un campo de naranjas de Regio de Calabria, donde el dueño criaba cisnes silbadores. El niño, llamado Cristiano De Antemano, a golpe de elegancia termina Ronaldo. Me lo cuenta un Casimiro desconocido, un Casimiro sereno con dotes cristianas por ortodoxas.
Casimiro tiene esa lata, la película en su poder, no me dice quién se la dio. Pero no fue De Sica. Me ofrece verla, pero me dice que tiene que ser rápido, en las próximas dos horas, antes de que se olvide de todo y vuelva a 'irse'. Se ha tomado un pastillazo y el efecto es lo que dura. Por supuesto me subo a su casa y vemos la peli.
Está en mal estado y no entiendo el italiano, pero la historia llega como cualquiera de las del director italiano. Lo más impresionante es ver cómo ese niño emerge entre los naranjos para terminar Ronaldo. En un campo de fútbol que venera su nombre primero y termina linchándole después de fallar un penalti justo, el niño aprende a morir sin haber vivido.
Se pasa el efecto y volvemos a la ficción del periodismo. Casimiro habla por su cuenta.
Comentarios
Yo, de lo que estoy seguro es de que si llega a meter el penalti, aunque fuese injusto, el público le hubiese adorado. Por lo tanto, no hay que tener muy en cuenta que le linchen a uno hasta morir por fallar un penalti, porque la masa es sabia... de pelotas!
Un día fallas, otro día metes (dicho con acento gallego).