Le entraron ganas de vomitar, así que se puso a escribir. Ese día llegó tarde a la redacción del periódico. Nunca lo hace. Tenía tanto acumulado en el estómago -y alrededores- que se pasó al menos una hora abrazado a su mejor amiga, la taza del váter vintage. Lo soltó todo, se deshizo de lo imprescindible y no se guardó más que lo prescindible; para una mejor combustión. Teclear en ese estado catártico le reconciliaba con su novela anclada en el perenne capítulo 1.
Después salió a la frutería a comprarse un par de ideas que le faltaban para terminar lo empezado. Se llevó dos manzanas sin trabas. Al regresar, con la arcada aún en mente, tiró de campanilla y siguió escribiendo. Terminó el primer capítulo, por fin. Lo tenía parado desde su última deposición de alta lectura: una salida de tono que terminó en un planteamiento engañoso. El arranque de una novela condenado a no llegar a ser más que eso, un miserable arranque.
Después al terminar el episodio número 2, e incluso el 3, retomó el arranque para darle una segunda oportunidad. Y finalmente, lo que parecía no ser más que un amago se convirtió en la idea que llevó al final. Puso fin y se tomó una tila. Y como es propio de una mente como la suya, insatisfecho perenne y eterno procaz, se fue deshaciendo hoja por hoja de cada uno de los pasos que le habían llevado hasta la estructura final. Ahora, despierto, sabe de sobra que sólo es una idea; él es una idea remota en el recuerdo olvidado de un escritor que ni siquiera sabe que lo es.
Continúa en DESPISTADOS II
Después salió a la frutería a comprarse un par de ideas que le faltaban para terminar lo empezado. Se llevó dos manzanas sin trabas. Al regresar, con la arcada aún en mente, tiró de campanilla y siguió escribiendo. Terminó el primer capítulo, por fin. Lo tenía parado desde su última deposición de alta lectura: una salida de tono que terminó en un planteamiento engañoso. El arranque de una novela condenado a no llegar a ser más que eso, un miserable arranque.
Después al terminar el episodio número 2, e incluso el 3, retomó el arranque para darle una segunda oportunidad. Y finalmente, lo que parecía no ser más que un amago se convirtió en la idea que llevó al final. Puso fin y se tomó una tila. Y como es propio de una mente como la suya, insatisfecho perenne y eterno procaz, se fue deshaciendo hoja por hoja de cada uno de los pasos que le habían llevado hasta la estructura final. Ahora, despierto, sabe de sobra que sólo es una idea; él es una idea remota en el recuerdo olvidado de un escritor que ni siquiera sabe que lo es.
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Comentarios
Esto merece ser tuiteado.
En realidad creo que escribir, a veces, debe ser como un embarazo y un parto, otras como un cólico nefrítico,
otras como una gastroenteritis .... ¡ostras! ¡que Vida la del escritor! no lo había pensado hasta que te leí.
Vomitar, dejar emerger o filtrar desde algún lugar remoto. Luego cada uno le da un significado y voilà, algo se mueve.
Juana, Twitter está lleno de ideas zombies que vagan y se pierden entre los miles de caracteres que pululan por ahí a diario. Es un mundo salvaje!
Isa, en efecto algo se mueve... pero se mueve tan rápido "el cabrón" que resulta difícil observarlo.
Salud!
No sé dónde está la paz (a parte de en Bolivia). Creo que está en la constancia. En ese ejercicio diario de observación, asociación, e imaginación "rutinario" con el que nos obsequia habitualmente este blog.
En Bolivia, además de la Paz, tienen a Evo Morales... Y sé de buena tinta, que es aficionado a tirar de la cadena (del váter) mientras invoca a su prima hermana Eva Éticas. Después exploran sendos subconscientes para vomitar y parir grandes ideas poéticas: como la de crear una historia en la que un malvado les FAEStidia el buen gobierno. Cosas!
Parodiando a Borges:
Somos escritores escritos por otros.
Abrazo, Estimado.
Abrazo, Blanco!
Respecto al Atleti, es que leyeron eso de bebe con moderación, y como les falta costumbre y este año ya llevaban una copa..