Ayer conocí a Perico el zumbetis. Un personaje especial, fundamentalmente por su tradición fiel de hacer pedorretas con la axila derecha la noche de Reyes, subido al Monumento de Emilio Castelar (Pº Castellana, Madrid). Pero no os penséis que es un acto de locura y gratuíto, que va... Tiene un mensaje oculto bajo la sisa de su roída chaqueta que aprendió de su abuelo Fausto el vocero. Era pregonero en el siglo IXX y en su pueblo (Villazumbatú) solía sacar una lista de objetivos para el año nuevo, pregonarlos después, tirando de su vozarrón y elevado sobre la estatua de la plaza del Coño*. Y no hacía pedorretas, eso es cosecha de Perico.
El padre de Perico, Román el Soso, también prolongó la costumbre familiar, pero sólo hasta que le cayó un pellizco en la quiniela a costa de la derrota de su equipo, el Mollerusa. Perico entonces tenía 4 años y presenció cómo Román traicionaba la línea que tanto había costado establecer al abuelo Fausto. Con el dinero creo el negocio de sus sueños: una tienda especializada en martillos con mangos tallados. Los tenía de marfil, de plástco, de jengibre, porcelana, loneta, hierro personalizado... Se arruinó y se volvió majara. Desapareció una mañana de otoño.
Desde ese día, Perico supo cuál iba a ser su misión navideña... Se fue a vivir con su madre, Florinda Maza Ralea, que tras varias décadas viviendo (y postulada) en Bután, decidió establecerse de nuevo en Madrid para encargarse de la educación de su único hijo. Ella potenció la costumbre del abuelo Fausto. No quería romper la ilusión infantil de Perico. Pagó las deudas que había dejado Román y se puso a trabajar auxiliar de postulados. Una profesión poco conocida, pero que está muy presente en el mundo del Derecho febril, una rama todavía por eclosionar de la balanza.
Hoy Perico es feliz, republicano notario y no hay Navidad que se le resista. Eso sí, nadie le ve cuando expone sus objetivos sobre Emilio Castelar. La gente que pasa escucha, pero no sabe de dónde vienen los buenos deseos. Algunos aseguran que es el Ayuntamiento a través de unos altavoces el responsable de esta acción; otros buscan; sólo Ricardo Firgas Almendralejo, Florinda y yo conocemos la historia. ¿Y cómo lo hace para ser invisible? Pasad por ahí el año que viene y lo sabréis, o no...
Lo del atuendo, las pedorretas y el porqué del encubrimiento bajo la sisa es un misterio. Investigaremos.
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*Llamada así popularmente porque nadie sabía qué era el monumento que la adornaba y exclamaban al verl0 ¡Pero qué coño es eso! Su nombre real es Plaza de Teresa de Tomasa Nombre Oportuna
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