
Cuando Romano Metemía despertó de su siesta tuvo la necesidad de ir -textual- "a la nevera a por algo de liar sin desmadejar la melena enredada de años volando entre árboles milenarios sin conocer urinario". Se abofeteó en busca de un reseteo extremo, pero no podía alejarse de una selva en la que nunca había estado.
Ha dejado los yogures con azufre y el vinagre esnifado con azúcar. Se dispone a dar su discurso de investidura. Mañana tiene que tomar decisiones. Y en mitad de su charla... empieza a sentir la necesidad de bramar, pero lo consigue reprimir. Antes de dormir decide agotarse para no trepar ni subirse por las paredes. Y es que ahora es jefe de un Estado del que no es consciente.
Salud!
Comentarios
¡¡Qué bueno, Daniel!!
Fdo.: La charcutera que vendió pavo a Tarzán
Ahí está: http://www.periodismoficcion.com/2009/07/la-taberna-literal.html