Son los típicos que te dicen que mires a las azoteas (qué paradójico, no? por lo de ser incapaces de mirarse la suya propia, lo digo) y menos al suelo. Son... insoportables. Pero bueno, hay que convivir con ellos y tolerarles, claro está. Porque en esta vida tiene que haber de todo y todo tipo de fauna. Incluyo en esta frase al "bicho" que TODOS llevamos dentro y con el que tenemos que entendernos sí o sí, si no queremos ser como el hacedor de reflexiones vacías.

Menos mal que uno, de vez en cuando, saca la mala leche que tan bien viene en ocasiones para decir, pues no, yo paso del cielo... me gusta ver qué pasa por los suelos. Y por los suelos pasa que te encuentras con estas cosas que véis en la foto recién hecha... Bien fresquita como la boquita de la que se ha desprendido. Una dentadura de palo yace sobre la acera para ¿decirnos qué? Pues no lo sé, pero desde que perdí parte de mi pieza 36, estoy más sensible dentalmente hablando y emocionalmente también; por qué no.
Uno no sabe qué pierde hasta que se le cae. Uno no sabe que incluso el consejo más caspa del tío o tía más caspa del barrio puede ser útil. Uno no sabe que hasta la persona más estúpida del lugar puede tener su punto... hasta que lo pierde. Pero lo que uno debería saber -a mí me lo digo sin intención de sentar cátedra- es que hasta la dentadura más insignificante necesita tomar distancia para construír su propia boca y así construír sus propias palabras, reflexiones y azotea.
Salud!
Comentarios
Yo la azotea hay veces que más que último piso parece que es un vagón del metro en hora punta.
Un saludo Dani!!!