Una señal, sólo pedía una señal y al final... tras no sé cuántos meses de silencio artístico socio emocional, el pegador freudiano volvió a las andadas. En este caso, me resulta difícil descifrar su mensaje, máxime cuando ha colocado el careto de Sigi en mitad de una de mis calles predilectas (De la Reina), como véis en ese luminoso de un "japo" que no es el "bueno"; el bueno está algo más arriba, un restaurante imprescindible (El Janatomo) si aprecias la comida nipona (con el permiso del maestro Jame Finol y su renovado IKURA). Así que, como decía, aún no entiendo qué me quiere decir su nueva señal.
Esto ocurría el domingo, un día antes de que la perodoncista me cosiera la encía sobre la pieza 36... Todo por aquel maldito chuletón. Mientras me anestesiaba -y yo pensaba en lexatín, juraba en hebreo y fantaseaba con Nolotil- de pronto sonó su móvil. Lo llevaba en un bolsillo de la bata... sonó un tema de Charly García, Promesas sobre bidet. ¡Surrealista! Me entró tal ataque de risa que el torno me arrancó parte de una pequeña parte de la lengua. Como estaba anestesiado hasta las trancas, ni me enteré. Pero os juro que la noche ha sido terrible.
Pero ahora que sé que mi amigo y maestro el pegador sigue pululando y vertiendo poesía por las calles de Madrid, Hidrante y más allá... vivo un poco más tranquilo -con más ánimo- en mitad de esta crisis que me hace mucha 'gracia', sobre todo, cuando por accidente me encuentro en un atasco absurdo, gracias a la gente que quiere meterse a lo embutido en un mega centro comercial por la zona noroeste... ¡Cáspita! Que diría aquel. Bueno, al menos, hoy cumplo dos semanas sin fumar. Y el miércoles me practican mi segunda endodoncia. Espero que al menos en el móvil ajeno, esta vez suene ¡Salud, dinero y amor! Esta vez no me morderé la lengua. SALUD!!
Comentarios
Enhorabuena por las dos semanas. Sigue firme!!!.
Miguel Ángel, gracias por leerme. De verdad, se agradece mucho. Un abrazo enorme.
Tu lo conseguiras
Saludos
Capi
Estuve en el Janatomo hace poco. El dueño, ya anciano, se me acercó a saludarme como si me conociera de toda la vida. Empezó a finales de los 60 en la misma calle de la Reina con un restaurante chino al que yo iba mucho y en el que una vez se me quedaron paralizadas las dos manos, mientras notaba como el pelo se disparaba tirándome del cuero cabelludo. Fue una experiencia alucinógena. No me ha vuelto a pasar. Que el poeta freudiano se pasee por todo eso también es un alucine. Estoy investigando si en inglés Jap y nes tienen sentido o Japnes. Lo más seguro es que le gusten los japos como al Seseña.