No se levantó ni con el pie izquierdo ni con el derecho, sino con la cabeza. En otras palabras: se cayó redondo al suelo y del golpazo se despertó. Se avecinaba un día extraño y hostil. Para empezar, el chichón que se le formó en la frente tomó postura en el asunto y habló para llamarle gilipollas. Arturo Jazmín no podía entender lo que estaba pasando, pero en el transcurso de la conversación que mantendría, seriamente, con Frecuente Taimado (el chichón) iba a comprender que su incosciente tenía mucho que decirle esa mañana.
Frecuente insistía en que él sólo era un síntoma, una molesta expresión de un argumento que pugnaba por salir a la luz tras años de exilio en el interior. Jazmín es poco introspectivo, pero cuando se vio dos horas chalando con tanta profundidad con su frente abultada, aceptó su realidad: no se conocía tan bien como creía y presumía. Poco después se raspó 'sin querer' (queriendo, como diría el Chavo del 8) en el gemelo derecho y de ahí salió una expresión nueva. Además del grito, un nuevo extremo de sí mismo emergió de su anatomía para llamarle la atención... también se apuntó al "gilipollas" pronunciado por Frecuente horas antes.
Tenía forma de raspón, se llamaba Turienzo Marquetería y sus ojos no invitaban a un diálogo amable, más bien lo contrario. Su gemelo -muy tocado- le puso a caldo. Le echó en cara a Jazmín su falta de tacto con los seres cercanos que hacen de gregarios en su vida. Los que le asisten sin preguntar ni quejarse de nada. ¿Sabes a lo que se enfrenta un gemelo? Tiramos de ti sujetamos y también tenemos inquietudes, pero la vida nos ha puesto a esta altura y por aquí abajo nadie se digna mirar ni mucho menos preguntar. ¡Duele, Jazmín, duele! No nos raspes más.
Y así siguieron a lo largo del día: Mariano Ocular (imaginaos por qué cuenca salió éste), Truco de Nada (el colectivo de falanges), Marieta Cuclilla (portavoz de ambas rodillas) y así todo el... esqueleto de Arturo Jazmín. Ayer me crucé con él en la consulta del doctor Antebrazo. Una eminencia en la disciplina moderna de la Mayéutica. Le vi mucho mejor, sólo llevaba un dedo vendado y Frecuente descansaba ya en paz y... para dentro.
Salud!
Frecuente insistía en que él sólo era un síntoma, una molesta expresión de un argumento que pugnaba por salir a la luz tras años de exilio en el interior. Jazmín es poco introspectivo, pero cuando se vio dos horas chalando con tanta profundidad con su frente abultada, aceptó su realidad: no se conocía tan bien como creía y presumía. Poco después se raspó 'sin querer' (queriendo, como diría el Chavo del 8) en el gemelo derecho y de ahí salió una expresión nueva. Además del grito, un nuevo extremo de sí mismo emergió de su anatomía para llamarle la atención... también se apuntó al "gilipollas" pronunciado por Frecuente horas antes.
Tenía forma de raspón, se llamaba Turienzo Marquetería y sus ojos no invitaban a un diálogo amable, más bien lo contrario. Su gemelo -muy tocado- le puso a caldo. Le echó en cara a Jazmín su falta de tacto con los seres cercanos que hacen de gregarios en su vida. Los que le asisten sin preguntar ni quejarse de nada. ¿Sabes a lo que se enfrenta un gemelo? Tiramos de ti sujetamos y también tenemos inquietudes, pero la vida nos ha puesto a esta altura y por aquí abajo nadie se digna mirar ni mucho menos preguntar. ¡Duele, Jazmín, duele! No nos raspes más.
Y así siguieron a lo largo del día: Mariano Ocular (imaginaos por qué cuenca salió éste), Truco de Nada (el colectivo de falanges), Marieta Cuclilla (portavoz de ambas rodillas) y así todo el... esqueleto de Arturo Jazmín. Ayer me crucé con él en la consulta del doctor Antebrazo. Una eminencia en la disciplina moderna de la Mayéutica. Le vi mucho mejor, sólo llevaba un dedo vendado y Frecuente descansaba ya en paz y... para dentro.
Salud!
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isabel