Idiotizado por dentro, y verde por fuera, no esperó a que le sacaran las castañas del fuego. Él mismo se mojó para quemarse las manos y matar algo de sí mismo en el intento. Así, Chico Deltodo comenzó su vida y dejó, por fin, atrás la que traía de fábrica... con todas sus taras y virtudes. Hoy, maquinista de la General (así se llama en ningún lugar a los abogados de diablillos), con 40 años y dos hijos viviendo ahora bajo su diseño, comparte su vida con Barola Mürieta y tienen miles de maletas por estrenar... Y me ha concedido esta entrevista en EL BANCO 54.
Nos lo prohíben desde primero de carrera, pero no puedo evitar la pregunta: ¿Cómo se siente?
Chico, pero por favor, no mo hable de usted.
Perfecto, como quieras, pero tú haz lo mismo...
Hecho
Sigamos. Me dices que te sientes Chico... ¿O sea?
Sí, te ahorro el chiste. Me siento, soy, Chico... Es decir, yo. Y chiquillo, porque es como (sin el 'como') adentrarme en ese mundo que desde niño se me prohibió: el de los mayores.
¿Cómo es ese mundo?
Áspero, antipático, cabrón, lleno de trampas, miserable... en una palabra: Formidable.
¿Qué es lo que más te llena?
Barola es pieza angular y merece conversación aparte. Me llena pagar mis facturas, reírme de mis angustias infantiles y juveniles, haberlas pasado putas para llegar a fin de mes, así como para tener a mis dos hijos: Fabio y Jaime. Que son lo más...
¡Qué menos!
No más ni menos, que eso: Lo más. No quiero torturarles con mis neuras, pero les pondría La Marsellesa cada mañana, sobre todo para educarles en la más pura fraternidad.
Es justo, pero sin pasarse, ¿no?
Claro, no quiero someterles a una sobredosis de igualdad, que como luego tienen que matar a su madre, a su padre y entre ellos... no quiero que me salgan Skinheads. Me da pánico cuando les toque rebelarse, espero estar a la altura.
¿Tienes algún plan de choque?
Ser padre, no hijo.
¿Crees que hay muchos padres que siguen siendo hijos sin saberlo?
Me imagino. Y no está mal no perder esa perspectiva, siempre y cuando no te boicotee la parte adulta. Digo yo.
¿Cómo te sacaste las castañas?
Con unos guantes que me hice yo. Los que me regalaron eran inflamables.
¿Y ahora?
Si quieres nos tomamos unos churros. Te invito.
Vale. Salud!
Nos lo prohíben desde primero de carrera, pero no puedo evitar la pregunta: ¿Cómo se siente?
Chico, pero por favor, no mo hable de usted.
Perfecto, como quieras, pero tú haz lo mismo...
Hecho
Sigamos. Me dices que te sientes Chico... ¿O sea?
Sí, te ahorro el chiste. Me siento, soy, Chico... Es decir, yo. Y chiquillo, porque es como (sin el 'como') adentrarme en ese mundo que desde niño se me prohibió: el de los mayores.
¿Cómo es ese mundo?
Áspero, antipático, cabrón, lleno de trampas, miserable... en una palabra: Formidable.
¿Qué es lo que más te llena?
Barola es pieza angular y merece conversación aparte. Me llena pagar mis facturas, reírme de mis angustias infantiles y juveniles, haberlas pasado putas para llegar a fin de mes, así como para tener a mis dos hijos: Fabio y Jaime. Que son lo más...
¡Qué menos!
No más ni menos, que eso: Lo más. No quiero torturarles con mis neuras, pero les pondría La Marsellesa cada mañana, sobre todo para educarles en la más pura fraternidad.
Es justo, pero sin pasarse, ¿no?
Claro, no quiero someterles a una sobredosis de igualdad, que como luego tienen que matar a su madre, a su padre y entre ellos... no quiero que me salgan Skinheads. Me da pánico cuando les toque rebelarse, espero estar a la altura.
¿Tienes algún plan de choque?
Ser padre, no hijo.
¿Crees que hay muchos padres que siguen siendo hijos sin saberlo?
Me imagino. Y no está mal no perder esa perspectiva, siempre y cuando no te boicotee la parte adulta. Digo yo.
¿Cómo te sacaste las castañas?
Con unos guantes que me hice yo. Los que me regalaron eran inflamables.
¿Y ahora?
Si quieres nos tomamos unos churros. Te invito.
Vale. Salud!
Comentarios
Y yo tejiendo unos guantes de madrugada.