
Nos lo prohíben desde primero de carrera, pero no puedo evitar la pregunta: ¿Cómo se siente?
Chico, pero por favor, no mo hable de usted.
Perfecto, como quieras, pero tú haz lo mismo...
Hecho
Sigamos. Me dices que te sientes Chico... ¿O sea?
Sí, te ahorro el chiste. Me siento, soy, Chico... Es decir, yo. Y chiquillo, porque es como (sin el 'como') adentrarme en ese mundo que desde niño se me prohibió: el de los mayores.
¿Cómo es ese mundo?
Áspero, antipático, cabrón, lleno de trampas, miserable... en una palabra: Formidable.
¿Qué es lo que más te llena?
Barola es pieza angular y merece conversación aparte. Me llena pagar mis facturas, reírme de mis angustias infantiles y juveniles, haberlas pasado putas para llegar a fin de mes, así como para tener a mis dos hijos: Fabio y Jaime. Que son lo más...
¡Qué menos!
No más ni menos, que eso: Lo más. No quiero torturarles con mis neuras, pero les pondría La Marsellesa cada mañana, sobre todo para educarles en la más pura fraternidad.
Es justo, pero sin pasarse, ¿no?
Claro, no quiero someterles a una sobredosis de igualdad, que como luego tienen que matar a su madre, a su padre y entre ellos... no quiero que me salgan Skinheads. Me da pánico cuando les toque rebelarse, espero estar a la altura.
¿Tienes algún plan de choque?
Ser padre, no hijo.
¿Crees que hay muchos padres que siguen siendo hijos sin saberlo?
Me imagino. Y no está mal no perder esa perspectiva, siempre y cuando no te boicotee la parte adulta. Digo yo.
¿Cómo te sacaste las castañas?
Con unos guantes que me hice yo. Los que me regalaron eran inflamables.
¿Y ahora?
Si quieres nos tomamos unos churros. Te invito.
Vale. Salud!
Comentarios
Y yo tejiendo unos guantes de madrugada.