Rodrigo De La Sal sale a pasear el Domingo. Se compra el pan y La Razón, escupe su lapito de rigor en la acera de la Calle Cangrejo (más o menos a la altura del número 7), y se atusa - unos pasos más allá- el mostacho, después de recolocar el pañuelo amarillo que sobresale del traje y no hace juego con nada; sólo consigo mismo. O no.
David Rodilla entra en su piso y vuelve a salir de él. Es yonki de pura cepa, de los auténticos. Lleva por lo menos 10 años picándose el brazo y con todo aquel que le vacila. Enclenque y con cara chupada de pocos amigos pasea como un zombi sin prestar atención a nada. Pero hoy ha decidido que está harto de ser yonki. Él y Rodrigo se sientan al mismo tiempo en el Banco 54. Uno vuelve a esputar y el otro también.
Se miran de arriba a abajo y en seguida se dan cuenta de que además de la necesidad de expulsar jugos vacíos de plenitud, les une otra cosa: están más solos que la una (esa que nadie conoce pero que a todos acompaña siempre). Podría contar que tras una rápida reflexión mutua se van juntos a reconciliarse con la vida al bar de la esquina Irrisoria. Pero no.
Cada uno se va por su lado a seguir con sus vidas. Uno, con La Razón bajo el brazo y el próximo esputo en mente y garganta; y el otro, harto de sí mismo y de no saber en qué momento ni cómo se metió en este pozo de mentiras del que no puede salir por mucha maroma que le invite a emerger. A veces, el que peor lo lleva es el propio Banco 54... que no sabe cómo soportar tanto peso.
Salud!
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*La imagen: Calle de Nueva York
David Rodilla entra en su piso y vuelve a salir de él. Es yonki de pura cepa, de los auténticos. Lleva por lo menos 10 años picándose el brazo y con todo aquel que le vacila. Enclenque y con cara chupada de pocos amigos pasea como un zombi sin prestar atención a nada. Pero hoy ha decidido que está harto de ser yonki. Él y Rodrigo se sientan al mismo tiempo en el Banco 54. Uno vuelve a esputar y el otro también.
Se miran de arriba a abajo y en seguida se dan cuenta de que además de la necesidad de expulsar jugos vacíos de plenitud, les une otra cosa: están más solos que la una (esa que nadie conoce pero que a todos acompaña siempre). Podría contar que tras una rápida reflexión mutua se van juntos a reconciliarse con la vida al bar de la esquina Irrisoria. Pero no.
Cada uno se va por su lado a seguir con sus vidas. Uno, con La Razón bajo el brazo y el próximo esputo en mente y garganta; y el otro, harto de sí mismo y de no saber en qué momento ni cómo se metió en este pozo de mentiras del que no puede salir por mucha maroma que le invite a emerger. A veces, el que peor lo lleva es el propio Banco 54... que no sabe cómo soportar tanto peso.
Salud!
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*La imagen: Calle de Nueva York
Comentarios
El "esqueleto pinchazos", escupe, por contra la subirrealidad propia de su estado dependiente e intenta dejar el banco, como intenta dejar la droga.
Fdo.: el arbol de al lado del banco (donde mean los perros)
Despertar, decidir y descubrir que todo ha sido mentira (una bendita y protectora mentira) es lo difícil, porque empezar de 0 nunca es fácil. Pero lo mejor es que no se parte de cero, aunque lo parezca.
Mejor que escupir, yo creo que es vomitar lo que no se digiere. Y seleccionar muy bien lo que tu cuerpo necesita como adulto, no como niño.
Es una entrada inquietante, el uno lleno de odios el otro harto de sí. ¡Pobre banco 54!
Estoy de acuerdo en que nunca se parte de cero y que el camino es la vida y que sentado en el banco no se camina.
Fdo.: tapón
Fdo.:el tornillo izquierdo de la pata delantera del banco