ALGO COJEA

Llevaba el 9 en la camiseta y un 7 en la cabeza. La cogorza de anoche le dejó en el sitio. Eso sí, disfrutó como no lo hacía desde... 2007, en aquel medio día-tarde-noche-madrugada. Lo del 9 era en homenaje a su delantero favorito: Jimmy Floyd Hasselbaink. El 7 era producto del roto provocado por el pedal, así como de la rotura de huevos-crisma a la que él solito se venía sometiendo... desde 2007. Subido a una banqueta coja y carcomida, a punto de caer al vacío y en su propio hueco, decidió hablar y callar para siempre.

Dijo no, hasta aquí hemos llegado, se acabó, no va más, hasta siempre, hasta nunca, bye bye, stop, ¡basta! Pero no podía callar así que decidió hablar. Se dio cuenta de que necesitaba hacer pausas para respirar. En mitad de una inspiración exhaló una contrapartida, un contraataque. En dos quiebros y tres regates se coló en su fuero interno, gracias a un resquicio abierto entre el hipotálamo y la hipófisis. Seguía atontado por el pedal de anoche, pero vivo por la resaca de mañana. Y al final de este absurdo lapso, cayó del taburete y se calló... al momento.

Del chichón surgió una idea que nunca había tenido, bueno dos: observar y escuchar. Ahora ha cambiado el circo y las payasadas por un banco. En su día estudió Económicas, así que ha empeñado su nariz de gomaespuma en favor de una comisión permanente e interior. Las retribuciones van por dentro... Y esta financiera tiene muchos tipos en los que apoyarse. Menuda cogorza. Se ha hipotecado para el resto de su vida. O no.

Salud!