Tres verbos tiene migraña, si no tuviera tres verbos ya no sería migraña… ¿Recordáis la canción original? Pues esta nueva versión que propongo me la “pasó” Rubén, un mago indigente que vive por mi barrio. Salía yo de comprar unas espinacas congeladas cuando me topé con él. Estaba en la puerta de la tienda, subido en un cajón, intentando atraer la atención de los viandantes. El truco consistía en dibujar en el aire una palabra… la cubría con un pañuelo y al retirarlo, supuestamente, tendríamos que ver algo.
Rubén lo ve, lo que no sé es el qué, y está convencido de que los demás lo vemos. Lo único que percibí entre sus barbas (prácticamente le tapan la cara) fue cómo fruncía el ceño casi por defecto. Entonces entendí que la migraña azotaba sus juegos de magia con tanta fuerza que el pobre no cavilaba bien. Fingí ver lo mismo que él y exclamé: ¡Es un banco en ruinas! Y él me contestó –con acento italiano-: ¡Eco! Entonces, como premio a mi astucia me regaló la canción: Migraña tiene tres verbos, tres verbos tiene migraña… Cantado, en esta ocasión, con acento serbocroata.
A mis espinacas le quedaban horas antes de caer en la descongelación, así que decidí quedarme a ver el truco de magia siguiente para descubrir los tres verbos de su migraña. Sacó una paloma de palo de la chaqueta (marrón y roída por todas partes). Le susurró algo al oído y la paloma siguió impasible. Pero Rubén la observaba con admiración. Claramente sus ojos contaban que la tórtola estaba interpretando El Lago de los cisnes. Aplaudí con entusiasmo (la gente pensaba que el loco era yo) y me llevé de nuevo el premio. Ahora le dejé un euro a cambio de su magia.
Migraña tiene tres verbos, tres verbos tiene migraña… Y cuáles son, le pregunté. Tengo que irme, correr es lo único que me salva, comer aliviará mi dolor; me contestó. Y se fue tan rápido como el holograma imaginario del banco en ruinas. No lo he vuelto a ver desde entonces. Me quedo con la copla y el verbo recuperar.
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Rubén lo ve, lo que no sé es el qué, y está convencido de que los demás lo vemos. Lo único que percibí entre sus barbas (prácticamente le tapan la cara) fue cómo fruncía el ceño casi por defecto. Entonces entendí que la migraña azotaba sus juegos de magia con tanta fuerza que el pobre no cavilaba bien. Fingí ver lo mismo que él y exclamé: ¡Es un banco en ruinas! Y él me contestó –con acento italiano-: ¡Eco! Entonces, como premio a mi astucia me regaló la canción: Migraña tiene tres verbos, tres verbos tiene migraña… Cantado, en esta ocasión, con acento serbocroata.
A mis espinacas le quedaban horas antes de caer en la descongelación, así que decidí quedarme a ver el truco de magia siguiente para descubrir los tres verbos de su migraña. Sacó una paloma de palo de la chaqueta (marrón y roída por todas partes). Le susurró algo al oído y la paloma siguió impasible. Pero Rubén la observaba con admiración. Claramente sus ojos contaban que la tórtola estaba interpretando El Lago de los cisnes. Aplaudí con entusiasmo (la gente pensaba que el loco era yo) y me llevé de nuevo el premio. Ahora le dejé un euro a cambio de su magia.
Migraña tiene tres verbos, tres verbos tiene migraña… Y cuáles son, le pregunté. Tengo que irme, correr es lo único que me salva, comer aliviará mi dolor; me contestó. Y se fue tan rápido como el holograma imaginario del banco en ruinas. No lo he vuelto a ver desde entonces. Me quedo con la copla y el verbo recuperar.
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*La imagen superior pertenece a virtuxweb.com
Comentarios
¡Me voy a por unas espinacas al super, igual con un poco de suerte...!
Un abrazo.
Emotivo, ingenioso y brillante, como la buena magia que tú practicas diariamente.