Ir al contenido principal

ENTES POR AZAR

Fabio Carabeo

No sé por qué me dio anoche por pensar en la cadena de sucesos que han pasado en mi vida por azar y las consecuencias que han acarreado. En concreto a las del verano del 97. Antes, ayer, mse encontré con Pol Plano Palacio, mi mejor amigo –al que hacía 5 años que no veía ya que se fue a Australia sin más y de vez en cuando hablamos vía facebook-, en la estación de Sal Gorda. Por supuesto nos fuimos a tomar un algo a la taberna Casi casi, en pleno centro de Dahuji. Será porque ayer por la tarde a las 16:35 horas, por casualidad, me encontré con Pol y yo nos pasamos unas cuantas horas poniéndonos al día.

Pero no voy a hablar ahora de él ni de su vida. Es post aparte. Llegué después a casa caminando sin enterarme del recorrido seguido, porque tras el encuentro no podía dejar de pensar en el azar. Por ejemplo, un día después de terminar la carrera de Periodismo, iba por la calle y me cayó –proveniente del parabrisas de un coche recién puesto en marcha- un folleto de una academia de locución…

…Como ese verano no tenía mucho planificado por hacer, me apunté. Pensé que eso que llaman “locutar” podría servirme para trabajar en radio. Aunque no era lo que más me atraía. La verdad es que hice periodismo por casualidad, porque lo mío era la aeronáutica o la psicología felina… o eso creía. También post aparte. En la academia aprendí además a presentar ante una cámara. Pero lo más importante: allí conocí a Mercedes Zurdo Quiniela, periodista reconocida que después me llevaría de la mano hasta Onda Ente con lupa.

…Un día, en los pasillos de la radio, años después, me tropecé con la máquina del agua y al caer me torcí un tobillo. Me dijo un compañero que fuera a ver a su primo por la tarde, que es Fisioterapeuta. Cuando su primo, David del Ala, me estaba retorciendo el mismo tobillo caí de nuevo, pero esta vez, en un pensamiento oculto y oscuro: Un deseo/fantasía siniestro inconfesable. Me entró un mareo, angustia… lo que me llevó hasta la consulta psicoanalítica del doctor Manigni Mastuerzo.

Y ahora lo cuento así… a modo de resumen. Por cierto, en el camino de estos años, por pura chiripa conocí a la que hoy es mi chica: Julieta… Contesté a una llamada de un compañero y esa voz me enamoró, el resto es historia. Por cierto, ya no estoy en Onda Ente con Lupa, sino en TeleFactor tv Sifón, un canal al que llegué gracias a una conversación que mantuve con una señora en la cola de la frutería, en el barrio de Julieta.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
A mí me pasó algo parecido, me cayó una cagadita de paloma, parece una tontería pero mi vida cambió. Desde entonces, me dedico a la cría a mano del pichón salvaje.
Anónimo ha dicho que…
Dani:

Jajajaja... Ya sabía yo que el silvestrismo ilustrado y no menos enfiebrado había causado pichones.
Anónimo ha dicho que…
Capitán Garfio

yo soy de los que piensan que las casualidades no existen,que las cosas ocurren por que deben ocurrir,luego nosotros le damos el sentido que queremos a la vida,siendo nosotros los que decidimos,para bien o para mal.
Un saludo

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Las palabras se las lleva Twitter

Apenas estaba digiriendo una información -con alta carga de valor- cuando un tuit la bajó de golpe muro abajo. Intenté seguirla, pero no paraba de caer al foso; y durante el imparable descenso iba olvidando el cuerpo de la noticia que me había llamado la atención. Finalmente renuncié y volví a lo más alto del muro de nuevo, con la esperanza de leer algo interesante, entonces un hilo que sostenía al texto en extinción entró en escena. Intenté seguirlo pero poco duró su vigencia. Una vez más la gravedad de las redes sociales impuso su fuerza.  El volumen de la ansiedad de la masa social por publicar, por ser viral, por conseguir apoyo de followers, ¡por ser!, por estar, por pintar, pesa y ocupa tanto que la palabra apenas puede sostenerse. De hecho acabo de perder el hilo que me trajo hasta este texto. ¿Habré incorporado la misma gravedad y procesado de ideas? Es posible, porque ya se me está haciendo largo y empiezo a sentir ansiedad por publicarlo y que funcione por sí solo. Pesa

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...