Quiero presentaros a un nuevo personaje. Se llama Rudolf (nacido en Berlín, 1950) y no tiene nada que ver con Santa Claus. Es un veterano de la reventa en los estadios madrileños; lleno de vivencias, trapicheos y anécdotas. En su día trabajó para RENFE y perdió una pierna en un accidente laboral. También un ojo, pero tapa el hueco con un parche.
Viste con ropa de marca, pero siempre, aunque haga mucho frío, se desabrocha los botones de la camisa para enseñar su cadena de oro de la que cuelga un crucifijo imposible. Lleva un “trólex” y se lava el pelo con jabón lagarto. Habla con acento mitad sevillano mitad alemán. Es Rudolf.
El sábado estaba en la carnicería hablando con Andrés, que charlaba y cortaba los solomillos al mismo tiempo. En 5 minutos arreglaron el mundo, pero primero le dieron un buen repaso a España. Los dos son muy fachas y se entienden a la perfección. Se estaban metiendo con Rajoy, el "rajitas" lo llamaban; a Zapatero ya lo habían despellejado unos días antes.
Yo, que había terminado con el avituallamiento en la charcutería, puse la oreja para acercarme a la materia del diálogo. Traté de ser discreto y disimulaba revisando las carnes envasadas. Había visto alguna vez a Rudolf, pero no conocía bien su historia. Lo habitual es, como decía antes, que arregle el mundo y después pase al capítulo de las experiencias. A Andrés se le cae la baba mientras le escucha.
Pero este día fue especial, estaba más parlanchín. Contó que una vez llegó a recaudar 4 millones de pesetas (24.000 euros) en un Madrid – Barça y que, cuando estaba a punto de irse a casa, vinieron unos skinheads y le dieron una soberana paliza… no le dejaron ni un céntimo encima. Confesó también que durante una época –dorada- estuvo asociado a un directivo de un club muy importante; iban a medias y se sacaba al mes por lo menos 10 millones de pesetas limpios. Al directivo le pillaron y murió poco después de un infarto. Ha estado varias veces en la cárcel… También se asoció en su día a un vendedor cupones... que complementaba su actividad pasando cocaina.
No pagó, Andrés "se lo apuntó". Se perdió entre el gentío del Súper. Me quedé a medias, con ganas de saber más. Quise seguirlo a ver si se paraba en otro sitio y continuaba con sus historias. Quién sabe, igual es un comediante y no ha sido nunca reventa... Igual se va inventando historias sobre sí mismo en cada tienda... Puede que sea su forma de no pagar nunca: ganándose a los dependientes con películas arriesgadas... quién sabe si guionizadas. Pero ya era mi turno, así que me quedé con la carne.
¿Qué le pongo? Me preguntó Andrés. Dos chuletones de añojo, por favor.
Salud!
Viste con ropa de marca, pero siempre, aunque haga mucho frío, se desabrocha los botones de la camisa para enseñar su cadena de oro de la que cuelga un crucifijo imposible. Lleva un “trólex” y se lava el pelo con jabón lagarto. Habla con acento mitad sevillano mitad alemán. Es Rudolf.
El sábado estaba en la carnicería hablando con Andrés, que charlaba y cortaba los solomillos al mismo tiempo. En 5 minutos arreglaron el mundo, pero primero le dieron un buen repaso a España. Los dos son muy fachas y se entienden a la perfección. Se estaban metiendo con Rajoy, el "rajitas" lo llamaban; a Zapatero ya lo habían despellejado unos días antes.
Yo, que había terminado con el avituallamiento en la charcutería, puse la oreja para acercarme a la materia del diálogo. Traté de ser discreto y disimulaba revisando las carnes envasadas. Había visto alguna vez a Rudolf, pero no conocía bien su historia. Lo habitual es, como decía antes, que arregle el mundo y después pase al capítulo de las experiencias. A Andrés se le cae la baba mientras le escucha.
Pero este día fue especial, estaba más parlanchín. Contó que una vez llegó a recaudar 4 millones de pesetas (24.000 euros) en un Madrid – Barça y que, cuando estaba a punto de irse a casa, vinieron unos skinheads y le dieron una soberana paliza… no le dejaron ni un céntimo encima. Confesó también que durante una época –dorada- estuvo asociado a un directivo de un club muy importante; iban a medias y se sacaba al mes por lo menos 10 millones de pesetas limpios. Al directivo le pillaron y murió poco después de un infarto. Ha estado varias veces en la cárcel… También se asoció en su día a un vendedor cupones... que complementaba su actividad pasando cocaina.
No pagó, Andrés "se lo apuntó". Se perdió entre el gentío del Súper. Me quedé a medias, con ganas de saber más. Quise seguirlo a ver si se paraba en otro sitio y continuaba con sus historias. Quién sabe, igual es un comediante y no ha sido nunca reventa... Igual se va inventando historias sobre sí mismo en cada tienda... Puede que sea su forma de no pagar nunca: ganándose a los dependientes con películas arriesgadas... quién sabe si guionizadas. Pero ya era mi turno, así que me quedé con la carne.
¿Qué le pongo? Me preguntó Andrés. Dos chuletones de añojo, por favor.
Salud!
Comentarios
Si...yo...también he conocido algún personaje de estos,la verdad es que hay mucha gente,que necesita que la escuchen.Contando estas historias se sienten vivos e importantes,o por lo menos sienten no estan solos,y que le importan a alguien,aunque solo sea unos minutos,lo que tardan en contar su historia,que yo no digo que cuenten mentiras,pero estoy seguro que casi siempre,fantasean mas de lo normal,a veces llegan a creerselo hasta ellos mismos.
A veces puedes sacar muy buenas conclusiones de estos personajes.
Un saludo
Aquí te dejo un blog de piratas,de un amigo mio:
http://capitanchinaski.blogspot.com/ espero que te guste.Un saludo