Ir al contenido principal

LA VUELTA DEL SUEÑO DE LUJÁN

Luján tuvo un sueño y se lo contó a Javier Iglesia, éste se lo apropió y se lo narró con apenas dos variantes a Lucía. Lucía, que no quería nada con Javier Iglesias, decidió meter un pequeño cambio al sueño y plasmarlo en un papel. Antes de enviarlo a la revista para la que colabora –de gratis- quiso compartirlo con María Zatón. La historia le pareció tan irresistible que mientras la escuchaba iba adaptándola a sus esquemas…

Antes de que llegara a la revista de Lucía, el sueño de Luján había pasado por más de mil personas; sí como el contagioso bostezo o la china de Floriano. A todo esto, Luján ni se imaginaba el efecto viral de sus movimientos cerebrales nocturnos. Siguió haciendo su vida, paralelamente al crecimiento incesante de su sueño.

Una noche estaba en una tasca tomándose una tosta de jamón y tomate… vamos un pan tumaca. Y de pronto sintió que ya había vivido ese momento. La causa: la voz de un tipo que venía de la mesa de atrás; quien estaba contando su propia versión del sueño a un amigo del barrio. A Luján –con potencia subliminal- le entraron aquellas palabras por la cabeza, pero sin pasar por el registro…

Ha pasado más de un año. Luján y Javier Iglesia se están tomando algo cuando Javier le cuenta, en mitad de la conversación, un sueño. Luján le escucha con atención. Poco a poco se va dando cuenta de que la historia le suena. Aunque con modificaciones ya sabe que es el mismo sueño que tuvo hace más de un año. Se le nubla la memoria y no recuerda si se lo había contado a Javier Iglesia. Pero termina cayendo ¡Pero si eso lo soñé yo hace mucho! Javier, se encoge de hombros…

Una chica se gira y reclama su sueño, el camarero también, un vendedor hindú de ramos de flores de plástico exige derechos oníricos de autor… ¡Qué cojones, ese es mi sueño! Grita el encargado de rellenar la máquina de tabaco… Luján no se puede creer lo que pasa… Al final duda si soñó su sueño.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
La Zapateta dice:

En el último de Paul Auster (tranquilos los que no lo hayan leído pues no desvelo más unas frases iniciales del libro), "un hombre se despierta en medio de una guerra y se pregunta qué hace él allí..."
Yo he soñado eso hace muy poco y no le pienso pedir derechos oníricos de autor a Auster sino que a partir de hoy voy a dormir mucho más tranquilo pensando que tengo los mismos miedos que el magnífico escritor. Un sueño terrible... "el horror".
Dani Seseña ha dicho que…
Yo hace poco soñé el sueño de mi hermano, que a su vez había tenido una pesadilla de houellebecq en la que aparecía mi padre y los cañamones de Fontainebleau... Y estos eran alumnos de mi madre, la cual había soñado con las estructuras de Escher... y así hasta llegar al post. Lo mejor de todo es que TODO ha sido un sueño, un sueño de Marcelo. El hijo de Casimiro... que tuvo tras soñar que un día sería padre cuando dejara de ser hijo. Salud!

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

Las palabras se las lleva Twitter

Apenas estaba digiriendo una información -con alta carga de valor- cuando un tuit la bajó de golpe muro abajo. Intenté seguirla, pero no paraba de caer al foso; y durante el imparable descenso iba olvidando el cuerpo de la noticia que me había llamado la atención. Finalmente renuncié y volví a lo más alto del muro de nuevo, con la esperanza de leer algo interesante, entonces un hilo que sostenía al texto en extinción entró en escena. Intenté seguirlo pero poco duró su vigencia. Una vez más la gravedad de las redes sociales impuso su fuerza.  El volumen de la ansiedad de la masa social por publicar, por ser viral, por conseguir apoyo de followers, ¡por ser!, por estar, por pintar, pesa y ocupa tanto que la palabra apenas puede sostenerse. De hecho acabo de perder el hilo que me trajo hasta este texto. ¿Habré incorporado la misma gravedad y procesado de ideas? Es posible, porque ya se me está haciendo largo y empiezo a sentir ansiedad por publicarlo y que funcione por sí solo. Pesa

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...