Ir al contenido principal

MARTÍNEZ HARTO DE SU CRIMEN

Está Martínez inquieto. Tras recibir los tres tiros y palmar sin más dilación, ha brindado estos días con La Sole y con la camarera. El turco no ha aparecido, de momento, por la cafetería. Martínez, no sabe cómo, pero consiguió recuperar su Ipod, eso sí, sin auriculares; así que sin saber tampoco cómo, se acercó a PC City a por unos... y se los llevó. Cuando los conectó esperaba empezar a escuchar el Buena Suerte de Los Rodríguez, pero no fue así...

...Y en su lugar surgió de los agudos una voz de ultratumba que le habla: Menos mal que has captado el mensaje, Martínez. Martínez no puede pronunciar palabra porque está alucinando. ¿Martínez? ¿Martínez? La voz insiste, pero él es incapaz de responder. Teme que La Sole y la camarera lo tomen por loco. Parece que no termina de aceptar su estado mortuorio. ¿Martínez? Martínez, más inquieto que antes, se va al baño, que parece ser el lugar en el que más seguro y arropado se siente. Una vez sentado en la taza responde: Sí, soy yo, Martínez.

Por fin ¿Sabes dónde estás? No ¿Eres consciente de que estás muerto? Lo intuyo. Bueno, pues tenemos mucho por hacer. ¿Qué es esto? ¿Quién eres? Es difícil de explicar, digamos que soy tu padre putativo más que divino. ¡Caray! Yo soy... el que soy. Jajaja, le dijo la sartén al cazo. Oye, no te cachondees que esto va en serio. Vale, escucho. ¿Te acuerdas de lo que ha pasado hace un rato? Sí, me han pegado tres tiros en la cabeza. Bien, vamos avanzando. ¿No a hacer un repaso de mi vida a lo Qué bello es vivir? Me temo que no, lo tuyo no tiene vuelta atrás.

El turco y tu tenéis algo en común y debes averiguarlo... No entiendo nada. Por eso estás aquí. Ya, pero vamos a ver, si he muerto y él también... ¿No podemos dejar las cosas así? Pues no, la cosa no funciona así. Pero si es que no le guardo rencor al turco, estoy bien, sólo quiero escuchar a Los Rodríguez. Eso es un placebo momentáneo. ¿Cómo? Estás en un estado de anestesia emocional sin tapujos. Es injusto. Lo injusto sería dejar las cosas así. Joder, pero si soy yo el que ha palmado y estoy bien... y por cierto, quién coño eres. (silencio)

Continuará...

Comentarios

El Alde ha dicho que…
Un relato surrealista, me gusta, siempre son interesantes estos "desfases" literarios. Me gusta tu blog, y más todavía que te gusten Los Rodríguez, para mí el mejor grupo de la historia, y más todavía Buena Suerte, mi canción favorita de ellos. Te leeré.

Un saludo
Dani Seseña ha dicho que…
Gracias Alde, te digo lo mismo. De todos modos, la historia aún no ha terminado. Estoy ahora en ello. Mañana:la penúltima entrega... El lunes, el desenlace.

Entradas populares de este blog

El verbo y el tren coloquial

Estación de Atocha, Madrid. Enero 2016 Esperaba subirse a un verbo que le llevara lejos. Lejos del último adjetivo que le arrastró hasta el reverso del suelo que pisaba. La mente en blanco y un mapa por recomponer, una geografía por reubicar. La frase de su amiga fue letal. Cada letra iba cargada con verdades que ni él mismo había valorado. Las comas, las pausas, los silencios y lo malditos puntos suspensivos quemaban. Así esperaba ese vehículo redentor. Inquieto, teneroso, tembloroso, entusiasta del desaliento, sabedor de sus miserias, conocedor accidental de las verdades que le dan cuerpo a la mente... ...Y en su maleta tan sólo llevaba un verso contagioso que no escribió. Un texto que recibió por azar de un sueño a través de un diálogo que no sabe cómo empezó pero sí adónde le llevaba.  El murmullo del vagón susurraba desde el fondo del plano. Podía oler el reflejo de su escapada. Imaginaba una huída para empezar, no de cero, pero sí desde un quiebro de sí mismo. Enrai

El Cerrojo

Abrí para pedir un café, pero una mirada (que vale 1.000 vocablos) me cerró la puerta. Esperé a que pestañeara, pero solo un párpado estaba por la labor de ceder. El otro protegía -con todo- el ojo avizor. Saqué una llave en son de paz. Dio un golpe en la mesa como respuesta. Intenté darle mi brazo al torcer. Sacó un as. Yo pinté bastos. “El cerrojo, aunque no lo creas lo llevas tú”, me dijo en tono conclusivo. Cuando miré mis manos para intentar descifrar sus palabras la camarera me sirvió un café. No entendí mucho lo sucedido, y menos cuando me giré hacia la puerta nadie miraba. Solo quedaba la mirilla, hidroalcohol y una propina. 

Idas y venidas por una mala salida

 Viéndolas venir me dieron en toda la cara. Una a una, las idas y venidas de años anteriores (y una del que entra) fueron golpeándome repetidamente hasta que pronuncié la palabra requerida: "Perdón". Las idas reclamaban un sitio concreto al que llegar; las venidas, más dimensiones. La correspondiente a 2021 era ida y estaba algo más perdida. Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que tenía la responsabilidad de ubicarlas. Lo supe por una mala salida de otra persona hacia mí. Ésta, la mala salida, me advirtió -poco antes de abofetearme por izquierda y derecha con la mano abierta- de que debía organizarlas. ¿Cómo? pregunté. Viéndolas venir, exclamó. Así que tras pedir disculpas y tomar la firme decisión de implicarme en la búsqueda de lugares y dimensiones, todo empieza. A ver...