
Fabio Carabeo
Pero lo que no aparece en la historia que cuenta Dani es lo que ocurre ni con Far López ni con el conductor de Tim Robbins. Seré breve:
Turienzo Quintanilla Jonhson, el conductor, había decidido esperar a Tim fuera del Café Gijón. No le apetecía entrar, tampoco darse un paseo. Así que se quedó esperando, cual guarda de seguridad en la puerta. Far López salió a preguntar por su salud. La cara de Turi (así le llaman en el universo de los conductores con raíces anglosajonas cinematográficas a distancia) era un poema… Estaba blanco como un folio.
Far López tampoco tenía buena cara, quizá de ahí vino la empatía. Contesta Turi: Ayer me comí un plato de lentejas y dejé las lentejas. No me gustan. Lo mismo hice con el vino, que era muy malo, pero me tomé la copa; también la de whisky post postre. Todo me sentó fatal, saqué un Almax y tomé un taxi. Menuda indigestión. Al llegar a casa acarreé con las consecuencias. Cómo me pesaban.
Así estás, añadió condescendiente Far López. Y siguió: La verdad es que yo no me encuentro muy bien. De hecho me pierdo. No me veo las manos ni los pies… ¡Qué cosas! Pues sí que estamos bien. Y como en el episodio anterior, irrumpe finalmente Kandinsky, mira a los dos y sentencia: ¡Qué cuadro!
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